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Posts Tagged ‘representantes municipales’

II

Un día que Peláez y yo estábamos de cháchara con los compañeros del Comité de Jardinería, estos comentaron que la parte del Parque lindante con la zona residencial era la idónea para sembrar mirtos.

En ese sector hay cipreses, estatuas de mármol y estanques, que ellos visualizaban encuadrados en setos de ese oloroso arbusto.

La idea era del agrado de todos. El marco era el adecuado. La planta no requería de cuidados especiales. Los rosales que había actualmente estaban viejos y había que sustituirlos. Estas y otras razones se adujeron a favor de los mirtos.

En la próxima reunión, los jardineros acordaron presentar una moción proponiendo este cambio. Estaban seguros de que prosperaría.

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En posteriores encuentros supimos que el asunto de los mirtos iba sobre ruedas. De seguir así, esta propuesta se aprobaría en la próxima Asamblea.

Contaban con el apoyo del Comité de Urbanismo, que incluso redactó un informe positivo.

En los contactos previos el proyecto había sido acogido favorablemente. Los sondeos presagiaban el suficiente número de votos para que la moción saliese adelante.

En este clima de confianza se celebró la Asamblea, a la que Peláez y yo no asistimos.

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A los tres días de su celebración regresamos en la barredora al Gran Parque del Oeste y nos dirigimos al pabellón donde nuestros compañeros guardan las herramientas y las semillas.

Hablamos con un jardinero bajito que se había mostrado entusiasmado con la idea. Nos informó que la Asamblea no había decidido nada al respecto.

Un porcentaje elevado de participantes se abstuvo de votar. Los que lo hicieron quedaron divididos en dos grupos paritarios: el que propugnaba la siembra de mirtos y otro que era partidario de plantar margaritas.

Como es habitual en estos casos, la cuestión quedaba en manos de un grupo de expertos que estudiaría las dos opciones y elaboraría un dosier que sería presentado en la próxima Asamblea.

Una vez estudiado el expediente, se pasaría a una segunda votación. Si esta nueva consulta no zanjaba la cuestión, a la Mesa Permanente le asistía el derecho de adoptar la medida que considerase oportuna.

Se imponía un compás de espera. Peláez y yo coincidimos en que había que tener paciencia. El jardinero bajito movió la cabeza y replicó que no se trataba de una simple demora.

Le pedí que fuese más explícito. La oposición al proyecto de los mirtos y la alternativa de las margaritas estaban encabezadas por un representante municipal. Era sabido que, cuando uno de esos delegados se inmiscuía en un asunto, algo se cocía.

 

 

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