Estos sitios son puertas a través de las cuales
se llega al otro lado. Lugares encantados
que no corroe el tiempo, ubicados al margen
de todo devenir. Lugares terapéuticos
que curan las heridas y consuelan benévolos
de las arremetidas y de los sinsabores
que depara la vida. Estos sitios son puentes
que cruzan el abismo, y sano y salvo alcanzas
la otra orilla lejana.
Es labor personal encontrar estos sitios
y cartografiarlos con fervor, con esmero,
pues tienen más valor que el ansiado dinero.
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
Qué lindo y qué cierto lo que has publicado. Cuando se vive en una ciudad grande, el alma anhela un lugar secreto. Para las personas que viven en áreas más rurales o en pueblos donde la naturaleza es predominante, esos lugares secretos están tan a la mano que cuesta pensar en donde están.
Aunque vivo en una ciudad grande, Sevilla, nací en un pueblo, donde sigue estando mi familia y donde voy a menudo. Creo que no podría vivir sin el contacto con la naturaleza. Sin esos lugares secretos en los que la vida cobra un sentido pleno. Sin esos lugares que son una puerta al infinito.
Espero que tú también disfrutes de algunos de esos refugios en donde uno puede recomponerse y volver a la lucha.
Te cuento que desde hace tres años vivo en un pueblo pequeño al sur de Chile, es en verdad muy bonito, con volcanes muy cerca que nos recuerdan lo pequeños que somos; un lago enorme que se muestra azul o gris según el cielo y muchos árboles… No hay como el contacto con la naturaleza para sentirse más vivo!
Gracias a Dios, vivo en un lugar que todos los días me da fuerza para vivir.
Imagino que Chile debe ser un país muy hermoso, de grandes contrastes. Ese lugar que describes es una prueba. Supongo que allí estáis ahora a punto de entrar en el otoño, una estación en que la naturaleza muestra una de sus caras más atractivas. Aquí es la primavera la que tenemos a las puertas. Y después viene el temible verano, largo y caluroso.
Gracias
[…] Hay lugares secretos. […]
Gracias por enseñarme este poema, a mi me pasó algo así en el Valle del Ara, sin esperarlo, curó todas mis heridas. Este domingo precisamente hablando con un amigo, me preguntaba, «pero…¿qué te pasó allí? y yo intentaba explicarle que fue como cuando «reinicias el sistema» y te pones en un punto de partida y de inicio, fresco, limpio
Gracias otra vez por dejarme ver…
Un abrazo,
Sí, esos lugares son muy importantes por las razones que tú expones en tu post. A veces necesitamos «reiniciarnos», reencontrarnos con nosotros mismos para sanar o para recuperar fuerzas. O simplemente para sentirnos verdaderamente vivos.