Con frecuencia había que ir de pie en el autobús. La gente protestaba. El trayecto duraba media hora y a nadie le agradaba tener que hacerlo en el pasillo, agarrado o apoyado en el espaldar de los asientos.
Curándonos en salud, nos apelotonábamos a las puertas del vehículo para ser los primeros en subir.
Los lunes por la mañana era muy difícil encontrar sitio, pues el autobús venía casi lleno del pueblo vecino.
Arreciaban las voces airadas. A veces ponían una tartana renqueante cuyas ventanillas cerraban mal o se abrían solas. El aire helado del amanecer se colaba, además, por cien resquicios diferentes.
No quedaba más remedio que levantar los cuellos de las prendas de abrigo, encogerse y meter las manos en los bolsillos.
Debido al frío y al traqueteo, llegábamos a Sevilla atontados y entumecidos.
Prefería, sin embargo, exponerme a pillar un resfriado antes que utilizar el otro autobús cuyas ventanillas cerraban perfectamente. El aire que se respiraba allí dentro estaba viciado por la falta de oxígeno y el humo de los cigarrillos, provocándome un malestar cercano a la náusea.
Después estaba la cuestión del hacinamiento. Apenas teníamos espacio para cambiar de posición. El autobús me recordaba uno de esos camiones cargados de animales que a duras penas mantenían el equilibrio, con la cabeza gacha o mirando perplejos por entre los barrotes.
Pero era su silencio lo que más llamaba mi atención. Estaban tan ocupados en sostenerse sobre sus pezuñas que se habían olvidado de balar, mugir o hacer lo que quiera que hiciesen.
Me deprimía la visión de esas reses amontonadas que sin rebeldía ni lamentos acataban las exigencias de su destino.
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Buen retrato y buen símil o comparación la del camión de ganado, para muchos es la realidad, si me permites te cuento una anécdota de mi servicio militar; estaba yo en aquella época (hace años), en las oficinas de intendencia elaborando unas listas, mensuales, que se titulaban; “balance de fuerzas, personal y ganado”
Hace años, dices. “In illo tempore” es el título de este libro fragmentario, de este memorándum o periplo por una época en la que se fumaba en los autobuses. Saludos cordiales.
cual largo me lo fiais (ciertamente)