Profunda, hermosamente doloroso:
un océano púrpura, un tormento
sin nombre, sin sentido, sin contento,
vergonzante rubor, amargo poso.
Dolorosa, profundamente hermoso:
un tronar de alazanes contra el viento,
un borrachín sonado y harapiento,
un estridor, un fondo cenagoso.
Y caes de rodillas con tu fuego,
con la herrumbre del paso de los años,
dando un ultimátum, haciendo un ruego.
¿Por qué conductos fortuitos y extraños,
tras renunciar solemnemente al juego,
retornas a los antiguos apaños?

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Antonio, lo he leído en voz alta, para sentir los ritmos, ya que incitaba a ello tu soneto.
Nuevas palabras para mi, cada una con su ritmo propio, han sido ‘harapiento’, ‘estridor’ y ‘cenagoso’. Para mi es muy importante sentir como suenan las palabras, tanto a solas como en convivencia e interacción. Es una de las cosas que más disfruto del castellano. Ha sido una delicia leerte en voz alta.
‘Antiguos apaños’… mmmm…. no sólo en borrachínes……
borrachines
La poesía, incluso la que no tiene rima, es para ser leída en voz alta. La poesía es música con palabras. Mentalmente tambien se puede apreciar el ritmo pero es mejor tomarse la molestia de recitar, como tú has hecho.
Creo que esas palabras nuevas, algunas o todas, no sé, han sido utilizadas por su sonoridad, y su significación semántica está supeditada a su fonética, de forma que el conjunto transmita algo diferente, descubra otros significados.
Todas las lenguas con una gran tradición literaria, como es el caso del castellano, ofrecen grandes posibilidades expresivas. Es una suerte, porque esas tradiciones no se improvisan, son el resultado de la dedicación y del esfuerzo de muchas generaciones de escritores.
Eso de «antiguos apaños» suena un poco sospechoso…en fin, que cada cual lo interprete según su buen saber y entender.
Estimado Antonio,
Gracias por darte el trabajo de poner en versos endecasílabos una vivencia como ésta. Tu poema me ha hecho pensar en ese trance doloroso por el que me ha tocado pasar de vez en cuando, desde la toma de conciencia del error hasta la elaboración de su enseñanza, hay trabajo en un esfuerzo de ese tipo, tal vez el más grande sea el de tner que aceptar lo que se es para llegar a ser lo que se sueña. Con tu poema, hermosamente doloroso, me he sentido acompañada.
Saludos cordiales desde Santiago 🙂
No voy a negar que escribir un soneto es difícil. De hecho, últimamente no escribo ninguno. Exigen una gran capacidad de concentración y siempre está acechando el peligro de repetirse (sobre todo, en lo que concierne a las rimas).
Nosotros pertenecemos a generaciones que valoran el esfuerzo y el compromiso. Lo que de verdad vale, cuesta conseguirlo. Lo que obtienes sin esfuerzo, lo valoras poco o nada. Hago mía una frase tan hermosamente certera como ésta: «Aceptar lo que se es para llegar a ser lo que se sueña». Sólo desde ahí podemos construir. Un abrazo.
Exquisito soneto, querido amigo. Para leerse varias veces y absorber su musicalidad y su sentido. Fuerte abrazo, Antonio.
Gracias, Ernesto. Un texto que resiste más de una lectura, es porque posee un mínimo de densidad literaria. Un abrazo.
Lo he leído de nuevo y en voz alta. Hermoso.
Me alegro de que el soneto te haya resultado hermoso. La poesía debe leerse en voz alta, es la única forma de captar su musicalidad. Gracias por tu comentario y saludos cordiales.
Sublime poema, elevado de emociones y cada una de ellas es una estrella que nos guía en el camino. ¿ Y qué es tu pensar?, la luz de la lejanía que llama para visitar lo extrañadamente dulce, nos adormece para un mejor despertar.
Posiblemente debe ocurrir para que se abran otras puertas mejores: » un tormento sin nombre, sin sentido, sin contento,». Cierto del todo: » Profunda, hermosamente doloroso».
Hermoso y profundo tu poema, Antonio, una preciosidad. Gracias por dejarnos tan bellas palabras y grandes emociones. Un abrazo.
Es un soneto donde la paradoja, la antítesis, el oxímoron ocupan un lugar importante. Es difícil, no voy a decir imposible, expresar sentimientos, emociones y vivencias de otra forma. Sin pretender establecer ninguna comparación, como hace San Juan de la Cruz en el poema que empieza así:
«Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero, porque no muero».
Gracias a ti por tus comentarios y por la música, en los que se aúnan la belleza y la sensibilidad. Un abrazo.
Dos grandes, San Juan de la Cruz y Amancio Prada, genial.