Desde que subían al coche, no paraban de hablar. Tenían siempre uno o dos temas de conversación que se entrecruzaban. En mi rincón, detrás de la conductora, yo escuchaba distraídamente sin participar.
Esa capacidad comunicativa me asombraba. Reconocía que debía tratarse de un don.
De hecho, como había tenido ocasión de comprobar, podían hacer varias cosas al mismo tiempo. En la medida en que me afectaba, esa actividad múltiple me producía inquietud.
La conductora podía perfectamente manejar el volante, seguir las noticias de la radio haciendo comentarios pertinentes e intervenir en la charla general.
La conductora no era un caso especial. Las otras alardeaban también de tener tres o cuatro frentes abiertos sin trabucarse ni volverse locas.
Mi cabeza funciona lentamente. Este estado se agrava por la mañana temprano. Mis neuronas están todavía desperezándose. La luz escasa las invita a permanecer en una agradable modorra.
Eso sin contar con que no desayuno, tengo la boca pastosa y la garganta seca, todo lo cual dificulta la emisión de cualquier sonido, y no digamos la articulación y concatenación de palabras en un orden lógico.
Modoso y discreto, con la cartera sobre las piernas, me pregunto mentalmente por qué mis compañeras no cierran el pico y tenemos un viaje apacible.
Es cierto que, mientras más disperso mi atención, más peligro corro de marearme. Este temor que se ha hecho realidad tres veces, es otro condicionante de mi comportamiento.
Aun sabiendo que mi actitud suscita curiosidad, no veo motivo para dar explicaciones, ni todavía menos para pretender ponerme a la altura de las circunstancias, temeridad que pagaría cara.
Así que, cuando una de mis compañeras con la intención de involucrarme en la conversación, según ella, con la de chincharme, según yo, me preguntó: “¿Y tú? ¿Cuántas cosas haces a la vez?”, respondí de inmediato: “Yo hago las cosas una a una y concentrado”.

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Ahora sí que te la has jugado!! dudo que salgas indemne de esta…la desventaja es patente desde el primer capítulo, jeje.
Me encanta cómo describes estas situaciones, son unos trayectos en coche geniales ( desde el punto de vista del lector, claro)
Buen fin de semana.
Tienes razón, Belén. Demasiado he tentado a la suerte. De momento, no pienso escribir ningún episodio más. Está claro que llevo las de perder. Eso sí, yo cuento siempre con el sentido del humor de mis compañeras de viaje y de mis lectores. Creo que es lo único que puede salvar cualquier situación. Cuando falla, es una tragedia. Buen fin de semana.
Con el de tus lectores sabes que cuentas, y el de tus compañeras seguro que te lo vas a ganar…que sería la vida sin «humor», o era amor…
Un abrazo!!
A Jardiel Poncela me remito, autor de «Amor se escribe sin hache». Las palabras importantes (y las realidades que representan) son las que se escriben con hache. «Humor», de la que él es un insigne exponente, es la primera que se viene a la cabeza, pero también se podrían citar «huevo», «habilidad», «hospital», «hucha»…
Cierto!! me trae muchos recuerdos este libro, lo compre en Toledo en el 2001, durante unas tediosas semanas dedicadas a la artesanía y resultó una sorpresa, yo desconocía todo sobre el autor en aquel momento, y ya ves no me olvido ni de la fecha…
Por favor, Antonio querido, no te arredres y espero riendo a mandíbula batiente la siguiente entrega de este serial «Camino del trabajo». Te mando un abrazo fraterno y fuerte.
Bueno, que no se diga que soy un cobarde. Dejaremos la puerta abierta a nuevos lances. Pero meterse a contramano es peligroso 🙂
Celebro que este relato te haya resultado divertido. Un abrazo.
Antonio, yo tambien quiero más de esto! Jajaja. Uf te entiendo perfectamente. ¿Y esto te tocó cada día laboral? A mi tambien que me dejan solo observar. 😉 Las conversaciones entrecruzadas ( y a todo volumen) todavía me cuestan.. falta una parte importante en el proceso de integración/asimilación. 😀 Un abrazo.
En este post paso de ponerme a la altura de las circunstancias. El resultado es que mis compañeras me miran como a un bicho raro. Mi proceso de integración/asimilación/socialización dista de haber sido un éxito. De hecho, es bastante deficitario. Nobody is perfect.
Belén ya me ha avisado: me la estoy jugando. Creo que tengo por ahí otro episodio, pero primero tengo que corregirlo y después tiene que pasar la censura. Si queda algo, lo publico 🙂 Un abrazo.
Buenos días,
te he nominado para el “The Versatile Blogger Award”, aquí te dejo el enlace:
Enhorabuena!!!
Gracias, Librosagogo, por nominarme para este premio. Quede aquí constancia de mi agradecimiento por haberte acordado de El Bosque Silencioso. Un abrazo.
Jajajaj muy bueno, qué valiente!!! Imagino cómo podrías callar al menos a dos,estoy deseando leer la siguiente entrega!!! Un fortísimo abrazo de los de cuando uno está despierto y con las pilas puestas, ainsss
Jugar con fuego es de insensatos. A ver qué encuentro hurgando por ahí, en vivencias y recuerdos. Porque, como suele decirse, estos episodios se basan en hechos reales.
No soy capaz de callar ni a una. Me apabullan con facilidad 🙂
Un abrazo y feliz fin de semana.
Me gustaría ver cómo les ganas, con lógica lineal, talento de escritor y con la posibilidad única de manejar el final a tu antojo!
Me apunto a los que están a la espera de la siguiente parte!
Es una lucha desigual. Son tres contra uno. Tres mujeres inteligentes, cultas y desenvueltas. Con lo único que cuento, como dices, es con el final, pero hasta llegar ahí me las tengo que ver con el desarrollo del relato. Y te aseguro que no son tres personajes fáciles, ni mucho menos se las puede llevar o traer a tu antojo, más bien ocurre lo contrario: son ellas las que marcan la pauta. Gracias por tus comentarios, Pilar, y un abrazo.
Antonio, brillante el realismo en este relato. En tan pocas palabras, pasas del sabor dulce al amargo, haciéndo dudar si alguna de las dos posturas es insana!? Me ha encantado, Un fuerte abrazo y feliz día.
«In medio virtus» dice el proverbio latino. Hablar mucho y no hablar nada son dos extremos. Igual que la hiperactividad y la abulia. Te confieso que soy un enamorado del silencio. El barullo me aturde. Un abrazo y que tengas una feliz semana.
A mi también 🙂
Antonio ¿ no se compadeció ninguna de ellas por ti?, si es un defecto hablar demasiado, es verdad, deberíamos aprender a ser más callados y pacientes. ¿ Compañeras multitareas?, yo me parezco más a ti, una sola cosa y concentrada, si varias…me pierdo hasta en la primera.
No todas las mujeres son iguales, ni todos los hombres tampoco. Pero hay una tendencia general, un cliché, si quieres, un tópico, que es válido. Eso es fácil de comprobar.
En estos episodios se extreman ciertas notas características.