VII
La palabra es desdén. Dondequiera que miro
su reflejo acerado, de espadas levantadas,
dispuestas para el tajo, ofusca, sobrecoge.
Sus ojos lo traslucen con una luz ambigua
de charca donde el agua estancada se pudre.
Sus labios se contraen y silban las palabras
que parten ponzoñosas hacia los cuatro vientos.
Un gesto de la mano, la postura del cuerpo
rematan la faena.
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Una parte de mi sufre cada vez que leo tus textos. Soy masoquista, supongo. Tu bestiario está lleno de palabras dolorosas.
«Sus ojos lo traslucen con una luz ambigua
de charca donde el agua estancada se pudre.»
Mi favorito.
Un saludo.
No masoquista sino con la suficiente sensibilidad para vivenciar el significado de esas palabras, lo que evocan, o la realidad a que aluden. Lo cual queda también de manifiesto en tus escritos.
Los dos versos que señalas son, para mí, los más expresivos del poema, los que resumen más cabalmente el tema de fondo, que es el desprecio.
Despreciar a alguien es despojarlo de su dignidad de una de las mil maneras en que ese atentado se puede cometer. Y la mirada es, sin duda, uno de los recursos más eficaces para ningunear, para relegar a un estatus inferior, a un estatus de no persona, al otro.
Saludos cordiales.
No sólo la referencia a la mirada, sino al agua (que se supone es fuente de vida) y como el estado de esta (estancada) es lo que lo lleva a su propio estado actual (la podredumbre). Me parecieron versos sumamente poderosos. Y sí, definitivamente la mirada tiene dicha capacidad. Saludos cordiales.
Buen análisis.
El bestiario, desde su nacimiento y al momento… y lo que siga, está y estará bestial.
Tus versos, tu expresión elegante y rotunda, logran darle un nuevo sabor a todo lo que sale de tu espíritu, Antonio.
Te abrazo con gran afecto fraterno, amicus carus.
Espero que el poemario se mantenga a esa altura bestial.
No obstante, voy a dar(me) respiro y voy a interrumpir su publicación la próxima semana para dar paso a un relato largo que quiero sacar de forma continua, aunque no diaria.
Después está también el hecho de que «Bestiario», de estar tan centrado en un personaje y en las divagaciones que suscita, se abre a los otros especímenes que conforman esta galería, en la que confluyen lo real y lo ficticio, lo externo y lo interno, la vida y la literatura. Un abrazo, carus amicus meus.
Excelentes versos Antonio…. Me recordaste al Bestiario de Borges, en cierta forma. Un abrazo. Aquileana ⭐
Gracias, Aquileana. Es un honor que este Bestiario te haya recordado, aunque sea lejanamente, al del gran maestro argentino. Feliz inicio de la primavera boreal y del otoño austral. Un abrazo.
La palabra es hiriente en ocasiones, más feroz es la palabra no sonora o lo que es lo mismo, un cierto silencio; justo al ladito de esas palabras están las otras, esas que son vestidas por las Hadas y son las que llegan a lo profundo del corazón, son las palabras mágicas y me son las que acogen mis pensamientos.Gran poema, Señor Pavón, el suyo, me gusta la realidad que transmite. Saludos.
Los silencios pueden ser tan o más elocuentes que las palabras. Como también la actitud o el lenguaje corporal.
Por fortuna hay palabras, lenguajes, que construyen, que tienden puentes, que «llegan a lo profundo del corazón», facilitando la ardua tarea de vivir, convirtiéndola en una gozosa experiencia. Cordialmente.