El que me observaba fijamente tenía poco en común con su homólogo hindú. Era bajo, de piel blanca, delgado pero en absoluto esquelético. Tenía el pelo largo dividido por una raya. Sus ojos ahuevados le daban un aire bobalicón.
Iba casi desnudo, como es de rigor en el mundo del ascetismo. Pero este representante no cubría sus partes pudendas con un pedazo de tela sino con un faldellín de juncos, mastranzo, cálamo y otras plantas propias de los lugares húmedos. A juzgar por su fragancia y lozanía, acababa de tejer la prenda.
Debía de ser un caso atípico. Más que un faquir parecía un pasmarote. Recordé un fragmento del Rigveda que Maluenda había recitado en varias ocasiones:
“Ceñidos por los vientos
los ascetas sostienen
el cielo y la tierra.
Caballeros del viento,
amigos de los dioses,
los ascetas residen
en medio del océano».
Había tal contraste entre esta semblanza y la figura que tenía a mi lado, mirándome sin parpadear, que me entraron ganas de reír.
Se marchó sin despegar los labios. A pasos lentos, con la cabeza erguida, cruzó la explanada en dirección al monte. Lo vi alejarse con gravedad pese a su ridícula falda de hierba.
Quedé pensando en el comportamiento del anacoreta. No había articulado una palabra de ánimo. No había tenido un gesto de cordialidad. Yo sólo había sido un objeto de curiosidad para sus ojos de besugo.
Me vino a la memoria otra cita, esta del Tao Te King, cara a Maluenda: “El que sabe no habla”. Si esto era así, el ermitaño sobrepasaba en sabiduría a Fermina.
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El final… Qué paradójico😁😁😁
El Tao Te King es un libro que trabaja mucho la paradoja.
Por esa razón y por la propia lengua china, supongo, las traducciones varían bastante. La presente es la de Wikisource: https://es.wikisource.org/wiki/Tao_Te_King
En el relato son citados los versos iniciales del poema 56 que, como los restantes poemas, muestran una penetrante visión de la realidad.
El poema completo dice así:
El que sabe no habla.
El que habla no sabe.
Habla solo lo necesario,
Controla tus emociones,
Simplifica los problemas,
Deshazte de la confusión,
Atenúa tu resplandor,
Identifícate con el polvo,
Esta es la Misteriosa Totalidad.
Quien ha alcanzado este estado,
No se preocupa por el amor o el odio,
ni por el auge o el fracaso.
A la Misteriosa Totalidad,
No se le puede atraer;
no se le puede rechazar;
no se le puede beneficiar;
no se le puede perjudicar;
no se le puede honrar;
Por eso, es lo máximo que un hombre podrá alcanzar.
Hace mucho que leí algunas partes del Tao Te King, tendré que volver a sus sabias líneas… Y es bien cierto que las gentes de los pueblos y pequeñas aldeas en general guardan estas máximas de forma completamente natural.
Perdón, Tao Te King😊
Me he tomado la libertad de hacer la corrección por mi cuenta.
Quería decirte, respecto a tu comentario, que la gente del campo y de las aldeas vive más en contacto con la naturaleza. Probablemente por esa razón se acercan más a la filosofía del Tao.
Cierto👍
Disfruto tanto cómo entretejes las citas (no forzosamente textuales, sino más bien exegéticas, a fin de cumplir con tu intención narrativa) de la rica filosofía oriental con la realidad occidental, hispánica (tan cercana a la de este lado de la mar océano), contrastándolas o fujndiéndolas, lo que da un sentido elevado a tu relato.
La presencia de este anacoreta me ha hecho pensar, si no estará alucinando Jonás por su afectación física, o si acaso no se habrá dormido (con ese sueño que luego es tan reparador cuando uno se encuentra físicamente tan mermado) en la espera de los enanos y tanto este pasaje como el de Fermina son un sueño que evidentemente están transmitiéndole un mensaje…
En fin, no me lo desveles, Antonio querido, y que sea tu texto que me confirme o me saque del error.
Hermoso fragmento, maestro.
Feliz comienzo de semana, siempre al cobijo de tus seres amados, y yo desde este lado del Atlántico te mando un harto cariñoso, fraterno, enorme y admirativo abrazobeso, frater meus.
Vivimos en un mundo intercomunicado, en la aldea global de McLuhan. Y esto se refleja incluso en la vida de los individuos.
Miro hacia atrás e identifico periodos en los que estaba interesado por la filosofía y religiones orientales (el taoísmo y el budismo en particular), por la filosofía griega, por las culturas indígenas…Casi todos los que tenemos inquietudes culturales y espirituales hemos echado una mirada a nuestro alrededor para ver qué hay, qué nos conviene, qué se ajusta más a nuestras expectativas. O, simple y llanamente, a la verdad, en la que creo.
Un escritor que me abrió los ojos en general, y que despertó mi interés por Oriente, y en concreto por la India, fue tu compatriota Octavio Paz, al que considero uno de mis padres literarios e intelectuales. Cuando pienso en él, me siento agradecido. Ahí detrás, en las estanterías, tengo casi todos sus libros de ensayo (su faceta poética la conozco menos).
Pues tiene un libro que se titula «Vislumbres de la India», un estudio de ese país que me sobrepasa. Maluenda, que tiene un referente real, contaba también cosas del subcontinente indio que, por un lado, me atraían y, por otro lado, me reafirmaban en mi convicción de que no podría vivir allí.
En el sentido intercultural, hay en el relato explícitas alusiones a varias tradiciones (bíblicas, en la recreación de la parábola del hijo pródigo, en el barranco-ballena que se traga al protagonista; hindúes, taoístas que Jacinto y Santiago Maluenda nos aportan…incluso aparece la diosa Kali bailando en el cielo nocturno).
Jonás no sueña ni desvaría. Es verdad que ha sufrido alucinaciones tras el accidente, pero ahora está tranquilo. Fermina, que ya ha muerto, y el asceta forman parte de ese mundo al que Jonás ha regresado. Y contribuyen a su recuperación. Se me antoja que esas visiones son semejantes a las de Pedro Páramo, las cuales son el desencadenante de su viaje en busca de su padre, y no la promesa que hizo a su madre en su lecho de muerte.
El relato está tocando a su fin. Sólo quedan dos entregas. Pero nada más desvelaré. Un abrazo, mon cher collègue.
Y esas referencias a las culturas ancestrales le dan ese toque especial al viaje de reencuentro consigo de Jonás, refrescando el tema y dando a cada uno de tus personajes, desde los aparentemente condescendientes de Orozuz hasta los peculiares tras el accidente, un sentido indispensable para que la trama corra como lo hace y para que tu personaje nuclear salga de lo ordinario y sea excepcional.
Como has de suponer, compartimos mucho intereses en común, aunque yo no soy muy adicto a Paz. Su poesía es lo mejor dentro de su escritura. Desafortunadamente, de ser un intelectual contestatario y crítico, terminó en cierta medida por volverse visceral y condescendiente con el sistema.
Pedro Páramo no hay más que agregar, obra fundamental de la literatura universal. En la novela, más que visiones, es el entretejido de la realidad física (la del hijo de Páramo) con la del mundo de los muertos, existentes ambas de forma simultánea y verdadera. En México, culturalmente, no están tan separados, basta y sobra que desde la antigüedad indígena al momento se sigue celebrando a los muertos con festejos particulares, que para «suerte» de los evangelizadores españoles se traslapaba con los festejos católicos de Fieles Difuntos y Todos Santos.
Somos lo que escribimos y en lo que escribimos somos. Quien mejor que tú para demostrar esto de forma tan conspicua.
Mi querido amigo-hermano-maestro, te abrazobeso con invariable cariño y enorme admiración, esperando el inevitable desenlace de lo que sido una «novella» hermosa, profunda, sensible y llena de exquisitez en forma y fondo.
Intuía que Octavio Paz no era santo de tu devoción, por razones extraliterarias como tú mismo apuntas. Sin duda es un gran escritor al que, afortunadamente, y no como hicieron con otro excelente narrador, Borges, le concedieron el Nobel, para el que reunía, al igual que su homólogo argentino, méritos sobrados.
Paz era un hombre de una amplia visión, lúcido y culto.
Empecé a leer sus ensayos, cuya publicación esperaba con gozo (aquí, en España, en la editorial Seix Barral), en el momento justo, cuando yo mismo me estaba cuestionando ciertos supuestos y actitudes. Paz me confirmó mis vislumbres, que en su caso eran ideas que exponía y desarrollaba impecablemente. Entiéndase en todos los ámbitos. Con delectación recuerdo todavía la lectura de «El arco y la lira».
Debo llenar la laguna de su poesía que no conozco demasiado.
En cuanto a Pedro Páramo, gracias por las líneas que le dedicas, tan esclarecedoras, y que constituyen un acicate para releer esa obra, la cual, estoy seguro, voy a disfrutar más que la primera vez.
El sincretismo religioso y cultural de México es fabuloso. Pero con tu país, pese a ser mucha más cercano, familiar, me pasa como con la India, me desborda. Para definirlo se me ocurren adjetivos como exuberante y desaforado (espero que no te moleste). En fin, literariamente, por mis venas corre sangre mexicana.
Te agradezco este extenso y feliz comentario. Un abrazo.
Probablemente sea «El arco y la lira» su ensayo maestro. El Nobel que le otorgaron fue por su obra poética en general y ese fallo es indiscutible. Borges fue el gran desdeñado, pero no olvidemos que no todos los Nobel de literatura han sido merecidos, ni todos los merecedores lo han recibido.
Tienes razón, México desborda y desafora, con todo y que los «gringos» nos robaron descaradamente más de la mitad de nuestro de territorio, el tamaño del país que nos quedó y las diferencias geográficas, climáticas, culturales de cada zona hacen que más que hablar de un México, debamos hablar de varios Méxicos. Creo que lo que nos medio homogeiniza es la herencia española, porque las diferencias indígenas varían: una cosa es el área de Mesoamérica (Centro y Sur de México hasta la mitad de Centroamérica), con sus variadas civilizaciones, lenguas y dialectos, y otra la de Áridoamérica (Norte del país hasta el centro de EUA) con las suyas propias, y si ha esto le añades que la tercera raíz en este país es la negra (por los esclavos traídos durante la Colonia), básicamente en la zona costera del Golfo y el Sur del país, pues las cosas se «complican» más. Ya nada más la cocina mexicana (que no es una sola sino la suma de varias por cada región y zona del país) es todo un universo, tanto así para que sea la única en el mundo a la que la UNESCO haya asignado el título de legado intangible de la humanidad; porque es la más antigua del mundo en vigencia por los rasgos indígenas, a los que se agregan los españoles (junto con lo árabe y lo judío) y mestizos de la época colonial, más todos los elementos modernos del arte culinario.
Sobre tu relectura de Juan Rulfo, te aconsejo también el repaso de «El llano en llamas» (por desgracia, con un retrato y reflexión estéticos de un México que aún sigue vigente en su parte de miseria y abandono), donde podrás hallar bastante del ser y sentir mexicano que luego sublimará el maestro en «Pedro Páramo».
En fin, que en circunstancias como éstas: el tema Paz, Borges, Rulfo, México, etc., etc., es cuando resiento no estar cerca de ti para poder «tertuliar» sobre ello y tantísimo más, frater querido.
Te envío un cariñoso y grande abrazobeso con el deseo de que tu resto de semana sea pródigo en ideas y creatividad.
Si fuera viajero, México sería mi próximo destino, sobre todo después de leer tu comentario. La gastronomía, los paisajes (desde Aridoamérica hasta Mesoamérica), las gentes, los colores, la arquitectura…
Pero cuando pienso en México D.F. con más de veinte millones de habitantes, me azoro. Sevilla, que no llega a los setecientos mil, me parece ya grande.
Te conté, creo, que mi hijo mayor estuvo en Cancún. No se limitó a permanecer en el complejo turístico (en el «resort») sino que viajó un poco por la región. Regresó muy contento.
Sí, la Ciudad de México es una monstruosa megalópolis, con todas las bondades, pero también con todos los conflictos que ello implica.
No sabía lo de que tu primogénito había andado por el sureste, pero qué bueno que se dio el tiempo de visitar algo de la península, donde brilla la cultura maya y la presencia española y mestiza es muy fuerte y persistente. En términos generales, el sureste de México es la zona con mayor seguridad de todo el país. La cultura fluye por todos lados y la gastronomía yucateca y campechana (que son mellizas) es una de las más exquisitas en forma y fondo del país. No se me olvidan tus inconvenientes para poder desplazarte, pero gracias al Internet, aunque sea virtualmente, podrás conocer mucho del país, mi querido trovador. Abrazobeso enorme y con fraterno cariño.
Y aclarando, si te consideras «heredero» de las letras de Paz, has resultado un digno «hijo» orgullo para cualquier padre espiritual, si no es que en varios momentos superándolo, Antonio muy, muy querido.
Esa filiación me honra. Pero como tengo más de un padre, se plantea una cuestión de bastardía que, mire usted por dónde, desde el punto de vista literario, es un timbre de gloria.
Por lo demás, querido Ernesto, pareces andaluz (por la fama de exagerados que tenemos en esta tierra). Aunque sé que, en tu caso, se trata de tu alma magnánima que rebosa.
Jajaja. No exagero, mi querido Antonio, que son tus palabras las que fundamentan mis razones. Ahora que lo Cisneros me viene de Castilla (Palencia, donde se halla la Villa Cisneros), pero lo Rivera no sé, así que a lo mejor por ese lado me llega algo de la Andalucía.
Abrazobeso enorme, muy cariñoso y fraternísimo, caro amigo.