II
En la acera, sentados sobre el duro cemento,
jugábamos, reíamos.
Por un fugaz momento no existían los padres
que volvían borrachos, y luego se enfadaban
sin que nadie supiera el porqué de su enojo.
No existía la escuela con sus maestros crueles.
No existían las madres con su poder inmenso.
Ni siquiera existían las vecinas chillonas
que nos amenazaban
con fríos cubos de agua, porque nuestro bullicio
las sacaba de quicio.
Sus delicados nervios soportar no podían
a unos pocos chiquillos sentados en la acera,
olvidados de todos, especialmente de ellas.
Mas la realidad era que a todos molestábamos.
¿Acaso no veíamos que estábamos en medio?
Entonces nos mandaban a jugar a otro sitio,
más allá, más abajo.
Nosotros en enjambre salíamos zumbando,
posándonos de nuevo cerca de una ventana.
Y una voz destemplada se escuchaba al momento
mandándonos más lejos.
Entre risas, protestas, otro sitio buscábamos,
un lugar imposible donde no molestásemos.
Al final acabábamos
al abrigo de tapias, sentados sobre piedras,
en el campo, extramuros.
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Describes una hermosa realidad infantil pero con su parte didáctica…los extramuros…
Una hermosa y dolorosa realidad. La infancia es la edad de la plenitud, de la superabundancia de energía, la edad en que se corre, se corre, se va más lejos, todo lo lejos que sea necesario en busca de la realización…hasta que al final se acaba fuera, extramuros.
Magnífica la música de Sibelius.
El Vals Triste de Sibelius es una belleza, la mente tan Universal que tenía el compositor, son personas que entienden el mundo de una manera muy abierta contemplativamente en la soledad del bosque o del mar, de ahí sus inspiraciones musicales las regaladas por la naturaleza. Es una pena dejar de ser niños, dicen que hay que mantener ese espíritu, difícil hacerlo y quienes lo hayan logrado un poco han debido ser personas muy felices, eso sí que es un regalo de la Vida.
Acabo de leer la Divina Comedia del Señor Dante, y es genial, ¡si parece verdad y todo, como nos va guiando la obra por todos los lugares con su rima!, por eso la sonrisa es un regalo de Dios…¡Cuánto sabía el Señor Dante, seguro que vio todo lo que comenta!
¡Qué casualidad, Teresa, o qué sincronicidad, según Jung !
Tú acabas de leer La Divina Comedia y yo he empezado. He leído los primeros cantos del Infierno y, en efecto, Dante vio lo que describe. ¿Cómo si no, podría pintar esos cuadros tan vivos?
Me ha gustado mucho esa imagen del enjambre zumbador de niños. Todo el texto en general.
Celebro que te haya gustado esta recreación poética de un episodio infantil. Saludos cordiales.
Deshacerse de la presencia infantil sea quizás un gesto adulto de intolerancia ante la frescura, la ruda honestidad, el grito de vida y alegría que representan (o debieran representar, idealmente y cada vez menos en este oscuro tiempo en que vivimos) los infantes. Posible explicación: la frustración, la amargura y toda la carga material-emocional-psicológica que impone las presiones socio-económicas de los tiempos que corren desde hace algunos ayeres.
Es como lanzar al rostro lo que se fue, para contrastarlo con aquello en lo que se ha convertido… o dejado convertir.
Entrañable lírica, querido hermano. Abrazobeso lleno de luz, energía e invariable cariño.
Claro, de ninguna manera se trata de un abandono o dejación sino de una recuperación e integración, por las razones que tu aduces en las primeras líneas de tu comentario.
No se trata tampoco de volver a la infancia que, como etapa cronológica, ha quedado atrás. En absoluto hablamos de regresión, lo cual sería patológico, sino de recreación con vistas a una reconstrucción.
Explicas perfectamente las causas de esa pérdida del niño que fuimos, de ese terrible y absurdo sacrificio.
Esta situación viene de antiguo. Y en nuestra época se siguen cociendo habas. Decía Krishnamurti refiriéndose a nuestro tiempo: «No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad enferma».
Me temo que esta y todas las épocas exigen oblaciones y mutilaciones.
Pero el río de la vida nos lleva y nadamos, flotamos a la deriva o nos hundimos. Sobre ríos y ahogamientos versa otro poema de esta serie. Un abrazo.
Porque la infancia debe prevalecer en sus valores positivos hasta el final de nuestros caminos, lo cual es difícil que llegue a suceder, en parte o del todo.
“No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad enferma”.
Dictus est.
Feliz fin de semana, en sosiego y paz. Abrazobeso cariñoso, con mucha energía y admiración, Antonius carus.
¡Si de todas, todas…sincronicidad Antonio!, ahora con la magistral explicación del Señor Dante entiendo más estos tiempos actuales…basado en los patrones antiguos. Maravillosa obra, te gustará. Un abrazo.
La buena literatura sirve para comprendernos mejor y para comprender mejor lo que sucede a nuestro alrededor. Todos los tiempos se parecen, a fin de cuentas los comparsas son siempre los mismos.
Dante no es una lectura fácil. De momento voy a recorrer con él y Virgilio los nueve círculos infernales. Después ya veremos. Voy a tomarme con calma este viaje.
Un apunte de esta magistral obra, tu la entenderás a la perfección Antonio: » Llevarás escrito sin decirlo en tu memoria».
Otra: » La voluntad primera, por si buena, de sí, que es sumo bien nunca se mueve. Solo es justo lo que a ella se conforma, ningún creado bien puede atraerla».
Otra nota: » Como al irse la niebla disipando, la vista reconoce poco a poco lo que esconde el vapor que arrastra el aire».
A partir de ahora el Señor Dante será mi amigo, ya de la familia y todo.
Por lo bello de este poema y significativo de tus letras, te has hecho acreedor a un sencillo pero honorable reconocimiento de mi parte : https://demiannicolas.wordpress.com/2016/04/06/blogger-recognition-award/
Un abrazo !
Gracias, Demiannicolás, por este premio que me honra. Este gesto de reconocimiento es un estímulo para mí. Un abrazo.
Me veo en este poema, Antonio. !Aquellos años!
Un abrazo
La infancia sigue viva a pesar de los años transcurridos. O debería por la cuenta que nos trae. Un abrazo.
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