Esta oración no es más que una estremecedora plegaria a Dios. La única diferencia, o la más notable, con la súplica de un creyente es que la aceptación brilla por su ausencia. Sólo se oye el grito de rebeldía. La argumentación esgrimida es asumible por cualquier persona razonable, pero al faltar la fe se queda en una lamentación sarcástica, en el murmullo de descontento de quien pide la realización de un milagro.
El ateo suele ser un ex creyente con una rabieta, un niño empeñado en que le den pruebas palpables, señales ciertas. Algo así como una zarza ardiendo sin consumirse o tal vez una voz tonante, la voz del Altísimo al modo en que la escuchó Moisés en el Sinaí proclamando: “Yo soy el que soy”.
Como tales acontecimientos son raros, y en última instancia rechazables, a nuestro ateo, que además está bien dotado para la lógica, no le cuesta trabajo exponer de forma meticulosa y persuasiva las razones, que más parecen las quejas de un cliente insatisfecho en el libro de reclamaciones de una tienda, de la inexistencia de Dios.
El problema planteado, al igual que el de la cuadratura del círculo, es insoluble. O, recurriendo a un retruécano, el problema de ese problema es que, expresado en esos términos, es imposible de resolver.
No se trata de aportar pruebas como en un juicio ni de comprender intelectualmente sino de aceptar, palabra maldita donde las haya, horrible palabra desterrada del vocabulario de la posmodernidad, la cual se caracteriza más bien por sus exigencias y su doctrinarismo.
Desconozco la lengua holandesa. Esta versión libre e incompleta del largo poema de Multatuli (seudónimo del escritor Eduard Douwes Dekker) está hecha a partir de la traducción francesa de Hermann Van Duyse. He aquí los fragmentos seleccionados:
Ignoro si mis pasos me llevan a algún sitio
o al azar se dirigen. Si las divinidades,
sentadas allá arriba, encima de las nubes,
con siniestro abucheo celebran mis dolores,
se burlan del afán de mi ser incompleto.
(…)
Dios sólo es un espectro, un fantasma imprudente
nacido de un cerebro enfermo o trapacero,
si no es bueno ni justo y si no me perdona
que yo lo haya ignorado. ¿Lo de manifestarse
no era asunto suyo? Sin embargo hasta hoy
no lo ha hecho jamás. Nadie hasta el día de hoy
contemplarlo ha podido, y si se dejase ver,
¿sólo se mostraría a los cuatro elegidos?
(…)
¡Oh Dios, no te conozco! Durante mucho tiempo
te busqué, supliqué. Me dejaste en las garras
del dolor, de la duda. Permaneciste mudo.
De buen grado a tu culto me habría sometido,
te habría obedecido, no al modo de un súbdito
respecto a su tirano, no por miedo o interés,
sino como hijo atento a la voz de su padre
soporta con amor la regla del deber.
(…)
Pero sordo tú estás a la voz que te llama,
no te es posible ver las miradas ansiosas
que lanzo sin cesar a la celeste bóveda.
Y me pierdo y te busco. Todo mi ser anhela
poderte comprender y tener la certeza
de que no eres mentira.
(…)
Escucha, Padre mío, que un rayo de tu llama
de mi oscuro destino aclare el horizonte.
¡Responde a mis sollozos! Mira, escudriña mi alma,
sumida en la tristeza. Es la voz de un proscrito,
la de un hijo que sufre una injusta condena.
¿Permanecerás sordo a su grito de angustia,
A su grito sangrante… Elí, lama sabactani?
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¡ Que preciosidad de poema y de tu texto Antonio, además de la importancia de su mensaje!, me ha parecido genial: » que más parecen las quejas de un cliente insatisfecho en libro de reclamaciones de una tienda»!. Dios no se deja ver, ni inclusive apreciar, nos volvemos exigentes, pero él si sabe dónde y cómo nos encontramos, muchas, pero que muchas veces parece no escucharnos porque necesitamos que nos ofrezca respuestas y rápida, y te la otorgará pero cuando él lo crea conveniente, puede ser cuando pasa muchos pero que muchos años…y el Espíritu Santo puede que sea un guía.
En cuanto a los ateos, habrá de los dos tipos me imagino, los que son inteligentes y buena gente y los contrarios, estos últimos tienen su propia lógica psiquiátricamente ilógica ( y mis respetos a las personas con problemas psiquiátricos verdaderos).
En fin Mahler tenía sus epifanías, están las hierofanías…pero no son pruebas para toda la gente ni en muchas ocasiones creo que se presenten. Y Dios sabe…claro que sabe…
Este texto es una apreciación crítica y humorística del ateísmo, por el que siento el mismo respeto que por las creencias religiosas de cada cual.
Con frecuencia el ateo se cree superior y con frecuencia también , como se pone de manifiesto en este poema, tiene un ramalazo pueril cuya expresión se asemeja grandemente a una rabieta.
Pero no hay por mi parte ningún enjuiciamiento de esa actitud. Estoy seguro de que ha habido y hay ateos que merecen el cielo, y creyentes cuyo destino no puede ser otro que las llamas del infierno.
Tus reflexiones sobre Dios son esclarecedoras. Las comparto. Dios nos busca constantemente. Somos nosotros quienes lo rechazamos por razones que sería prolijo enumerar, pero que pueden resumirse para salir del paso en una sola: soberbia.
¿ No crees Antonio que los grandes literatos como Dumas, Dickens creían en Dios?, estoy leyendo el Príncipe y el Mendigo y esta obra de Twain me está dejando alucinada, es preciosa…la Providencia…todo es providencia.
Mark Twain es un gran escritor. Me divertí mucho leyendo «Las aventuras de Tom Sawyer».
Dios es inmanente y trascendente. Está dentro y está fuera. Dios deseado y deseante, es el título de un libro póstumo de JR Jiménez.
Da igual que lo afirmemos o lo neguemos. Su hálito, por decirlo de algún modo, lo impregna todo y, cómo no, la buena literatura.
Fragmento del Príncipe y el Mendigo: » Más de una vez, en verdad, Tom se vio a punto de rendirse, y de confesarse incapaz de representar el temible papel, pero el tacto de la Princesa Isabel lo salvó o una palabra de uno u otro de los vigilantes lores, soltada al parecer por casualidad, tuvo el mismo feliz efecto».
¡Por cierto fantástica elección del Cuadro!, toda una hermosura.
Se trata de «La liberación de San Pedro» de Murillo. Este cuadro, que es una copia del original robado por un mariscal del ejército napoleónico, se encuentra en la iglesia de San Jorge, aneja al Hospital de la Caridad. El auténtico fue vendido por los herederos del militar francés, más interesados en el dinero que en el arte, al Ermitage de San Petersburgo.
¡Creemos planear sobre la vida y es ella la que planea sobre nosotros!…la providencia, siempre es ella…o el Espíritu Santo…
¡La belleza la puso Dios por algo!
Maravilloso,simplemente maravilloso
Es una reseña crítica, y espero que bienhumorada, del ateísmo. El cual, lo mismo que las creencias religiosas, merecen mi respeto. Celebro que te haya gustado. Un abrazo.