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Posts Tagged ‘Moisés’

313.- “Ayer” dice Emma “una amiga nos contó que no comprendía por qué su suegra se había enfadado con ella. No vayas a pensar que estaba bromeando. Hablaba seria. Tampoco vayas a pensar que estaba haciendo teatro” “¿Qué debo pensar?” “Su relato estaba motivado por su mala conciencia. Es la única explicación plausible. Buscaba nuestro beneplácito, que le confirmásemos que su suegra se había comportado como una niña, y que ella había actuado correctamente” “Lo que tú no hiciste” “Prudentemente me callé. Consideraba, por supuesto, que su suegra se había molestado con razón.

“La tiene en su casa. Aunque es una persona mayor, quiere ser útil. A mi amiga le gustaría que se estuviese quietecita en el sofá porque tiene una forma de hacer las cosas que no es la suya, obligándola a ir detrás de ella para rehacerlas.

“Cada maestrito tiene su librito, los estilos difieren. Pero la quisquillosidad y el perfeccionismo no son la respuesta sino el respeto o, en todo caso, la mano izquierda.

“Con el fin de colaborar a la señora se le ocurrió fregar los platos, tazas y cubiertos del desayuno. Dicho y hecho. Cuando mi amiga entró en la cocina, vio que todo estaba limpio y ordenado en el escurridor. No pudo evitar poner mala cara. Ella venía precisamente para meterlo todo en el lavavajillas. Ni corta ni perezosa eso fue lo que hizo en presencia de su suegra.

“Nos explicó que en su casa, por motivos de higiene, no se friega a mano” “Que es como se ha hecho siempre” “Y añadió que para eso habían comprado ese electrodoméstico, que lo tenía casi lleno y pensaba ponerlo después del desayuno…

“Resumiendo, a su suegra le supo a rayos que le enmendaran la plana y estuvo de morros todo el día” “¿Cómo quería que estuviera después de ese correctivo? Interpretaría esa decisión como una falta de confianza en su trabajo” “Mi amiga insistió en que actuó así por inercia, sin intención alguna, y acusa a la otra de ser picajosa” “De su propio pecado” “Es lo que suele suceder”.

314.-Las personas dotadas de carisma ejercen un fuerte, a veces irresistible, ascendiente sobre los demás. Su mirada, particularmente, emana una poderosa fuerza de atracción. También su voz y sus gestos.

Podríamos citar a Moisés. Pero las hay más cercanas y domésticas. Aunque los verdaderos adalides religiosos, políticos, sociales, no abundan, el muestrario es lo bastante amplio para advertir que hay dos tipos: los luminosos y los sombríos.

Lo numinoso se manifiesta tanto en unos como en otros. Esa aureola resplandeciente o tenebrosa es a la divinidad a quien pertenece. Jung afirma que Dios tiene esa doble vertiente. Por esa razón hay que amarlo y temerlo.

Lo numinoso anonada. En comparación, nuestras fuerzas humanas son un grano de arena en el desierto, una pavesa zarandeada por el viento, una gota de agua en el océano.

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12 de abril de 2015 077Esta oración no es más que una estremecedora plegaria a Dios. La única diferencia, o la más notable, con la súplica de un creyente es que la aceptación brilla por su ausencia. Sólo se oye el grito de rebeldía. La argumentación esgrimida es asumible por cualquier persona razonable, pero al faltar la fe se queda en una lamentación sarcástica, en el murmullo de descontento de quien pide la realización de un milagro.

El ateo suele ser un ex creyente con una rabieta, un niño empeñado en que le den pruebas palpables, señales ciertas. Algo así como una zarza ardiendo sin consumirse o tal vez una voz tonante, la voz del Altísimo al modo en que la escuchó Moisés en el Sinaí proclamando: “Yo soy el que soy”.

Como tales acontecimientos son raros, y en última instancia rechazables, a nuestro ateo, que además está bien dotado para la lógica, no le cuesta trabajo exponer de forma meticulosa y persuasiva las razones, que más parecen las quejas de un cliente insatisfecho en el libro de reclamaciones de una tienda, de la inexistencia de Dios.

El problema planteado, al igual que el de la cuadratura del círculo, es insoluble. O, recurriendo a un retruécano, el problema de ese problema es que, expresado en esos términos, es imposible de resolver.

No se trata de aportar pruebas como en un juicio ni de comprender intelectualmente sino de aceptar, palabra maldita donde las haya, horrible palabra desterrada del vocabulario de la posmodernidad, la cual se caracteriza más bien por sus exigencias y su doctrinarismo.

Desconozco la lengua holandesa. Esta versión libre e incompleta del largo poema de Multatuli (seudónimo del escritor Eduard Douwes Dekker) está hecha a partir de la traducción francesa de Hermann Van Duyse. He aquí los fragmentos seleccionados:

Ignoro si mis pasos me llevan a algún sitio
o al azar se dirigen. Si las divinidades,
sentadas allá arriba, encima de las nubes,
con siniestro abucheo celebran mis dolores,
se burlan del afán de mi ser incompleto.

(…)

Dios sólo es un espectro, un fantasma imprudente
nacido de un cerebro enfermo o trapacero,
si no es bueno ni justo y si no me perdona
que yo lo haya ignorado. ¿Lo de manifestarse
no era asunto suyo? Sin embargo hasta hoy
no lo ha hecho jamás. Nadie hasta el día de hoy
contemplarlo ha podido, y si se dejase ver,
¿sólo se mostraría a los cuatro elegidos?

(…)

¡Oh Dios, no te conozco! Durante mucho tiempo
te busqué, supliqué. Me dejaste en las garras
del dolor, de la duda. Permaneciste mudo.

De buen grado a tu culto me habría sometido,
te habría obedecido, no al modo de un súbdito
respecto a su tirano, no por miedo o interés,
sino como hijo atento a la voz de su padre
soporta con amor la regla del deber.

(…)

Pero sordo tú estás a la voz que te llama,
no te es posible ver las miradas ansiosas
que lanzo sin cesar a la celeste bóveda.
Y me pierdo y te busco. Todo mi ser anhela
poderte comprender y tener la certeza
de que no eres mentira.

(…)

Escucha, Padre mío, que un rayo de tu llama
de mi oscuro destino aclare el horizonte.
¡Responde a mis sollozos! Mira, escudriña mi alma,
sumida en la tristeza. Es la voz de un proscrito,
la de un hijo que sufre una injusta condena.
¿Permanecerás sordo a su grito de angustia,
A su grito sangrante… Elí, lama sabactani?

 

 

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