Estaba de visita
en una casa extraña,
hablando por hablar,
escuchando, sonriendo,
una taza bebiendo
ya fría de café.
De pronto me levanto
mientras busco una excusa.
Callejeo sin rumbo.
No sé por qué me he ido.
Anuncios luminosos,
semáforos y coches,
bares de donde sale
un murmullo incesante.
Me detengo un momento
ante un escaparate.
Recorro con la vista
los objetos expuestos.
Parada del dieciocho.
En mitad de la plaza
San Fernando a caballo.
Un chirrido de frenos,
de puertas automáticas.
Permanezco de pie,
agarrado a la barra.
Finalmente me siento
y la causa comprendo
de mi desasosiego.
Me siento, te contemplo.
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El primer encuentro, un golpe directo al corazón.
Encantadora canción, magister.
Grande y cálido abrazobeso, frater carus, rumbo a un feliz fin de semana.
La desazón encuentra al fin su causa o encarna inesperadamente. A veces ocurre. Tal vez porque subyace una predisposición. Tal vez porque el destino entreabre una puerta. Un abrazo.
Confío en que sea el destino el que obre, porque ello implica una opción, por elegir o no, pero una opción y opción es posibilidad; en el mejor de los casos, esperanza.
Abrazobeso siempre cariñoso y fraternal, Antonio querido.
Gracias por tus palabras tan certeras que me llegan como una bocanada de brisa, todavía más de agradecer en estos días que el verano le está robando al otoño. Buen fin de semana. Un abrazo.
¡Valgame! ¿Con que siguen sufriendo calor? Por estas tierras, prácticamente toda la república está anegada en agua. Entre frentes fríos, bajas presiones, humedades del Golfo y el Pacífico, y amenaza de un huracán, está diluviando. En Ciudad de México, originándose caos por muchas zonas. Lo trágico es que algunas áreas del país están gravemente afectadas y prácticamente casi declaradas zonas de desastre.
Así las aguas por acá. Abrazobeso, Antonio, y me congratula que te hayan refrescado mis divagaciones, aunque sea espiritualmente.