121.-Controlar la impaciencia, la ansiedad. Proceder ignorándolas. Llevar a cabo un trabajo previo. Anotaciones. Ideas que surgen en cualquier momento, y que hay que cazar al vuelo.
Consultar libros, diccionarios. Los detalles concretos son importantes, son los que dan verismo al relato. Desarrollar las anotaciones. Reescribir.
La preparación es un asidero que facilita la redacción. Las anotaciones son las piedras donde uno va pisando para cruzar el río. Son el cable que se tiende sobre el vacío para salvar el desfiladero.
El voluntarismo no es suficiente. Hay que detenerse, anotar, consultar. Hay que hacerlo lo mejor posible.
122.-Darles todas las vueltas necesarias hasta que los relatos sean lo que tienen que ser. Ni disquisiciones ni reflexiones ni descripciones más o menos afortunadas. Hasta que cuajen. Un relato es una historia, por mínima que sea.
Tras la primera redacción y las sucesivas correcciones hasta lograr el punto óptimo narrativo, hay que alejar el relato de uno mismo. Es decir, hay que objetivarlo.
Una vez realizada esta operación, es posible abordarlo con los ojos de un lector completamente ajeno al relato. Esta actitud permite actuar, si se detectan tropiezos y desajustes, sin complacencia ni piedad en su reescritura.
De esta forma se elimina material por no ser ese su sitio, por lastrar el cuento, por ser prescindible (lo cual es siempre una buena razón para darle pasaporte). Ese material no es trabajo perdido. Se puede aprovechar en otros contextos.
Hay que resistir la tentación de querer incluir todo lo que aflora en el proceso creativo. Este, por su propia naturaleza, tiende a ser incoherente y anárquico. Ese deseo de incorporarlo todo, en literatura, es una debilidad.
Incluso hay que ir más lejos. No se trata sólo de podar sin contemplaciones sino de dar una vuelta de tuerca más si eso es posible.
123.-Reescribir es reducir una historia a lo esencial.
124.-Gestiones, compras, viajes. Recorridos iniciáticos. Transformaciones literarias de la realidad.
125.-Conectar los acontecimientos exteriores y los interiores. Los estímulos y los impulsos. Vivirlos, moldearlos.
126.-Todo es ocasión de escribir un relato o un poema.
127.-El héroe-escritor realiza sus trabajos en soledad.
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Reblogueó esto en Contra la ley "antitabaco".
Muy buenos consejos por parte de un maestro. Y aunque algunos errores se crean superados siempre es bueno recordarlos. Los errores son tozudos y tienen una capacidad de esconderse en uno mismo impresionante.
Saludos.
Estos apuntes están hechos a partir de mi propia experiencia. En literatura, como en todo, cada uno tiene que encontrar su camino, que no suele ser una tarea fácil.
Aquí describo lo que hago (no siempre). Creo que tener un método es bueno para «producir», para no estancarse, para no caer una y otra vez en los mismos errores y en las mismas trampas. Saludos cordiales.
Para hacer buena literatura, no basta con tener buena voluntad, hay que tener talento. Creo que lo decía Gide, corrígeme si me equivoco, Antonio. Talento y trabajo, y todos esos excelentes consejos que sugieres con los que confirmar un método. Gracias, Antonio, entradas como estas nos ayudan. Un saludo.
La buena voluntad y las buenas intenciones, en la mayoría de los campos, probablemente en todos, son inútiles. En literatura, desde luego, rápidamente te dejan con el culo al aire.
Gide, que lo demostró con su obra, tenía razón: hace falta talento, cuanto más mejor. Ahora bien, estoy convencido de que el trabajo hace milagros.
Pero es cierto, no basta la técnica ni la determinación ni siquiera el trabajo. Un texto literario requiere algo más: talento, alma, inspiración…un soplo que lo vivifique. Y ese hálito recorre tus narraciones que se leen siempre con interés y placer, es decir, que implican al lector. Un abrazo.
Un soplo que lo vivifique…, lo dices bien, Antonio. El trabajo aporta otros valores, también indispensables, pero a veces no basta. Estamos de acuerdo. Y, por la parte que me toca, muy agradecido por tu opinión. Un saludo de nuevo.
¡Ojalá me sintiese capaz de crear buena literatura! De momento, toca conformarse con hilvanar cuatro palabras seguidas con más o menos acierto. Actualmente, podría definir mi estado, en relación con este asunto, como «Modo esponja». Saludos.
Escribir es hilvanar palabras hasta que aprendemos a coser más o menos decentemente. Los textos que acompañan a tus excelentes fotos, con sus notas de humor y sus oportunas reflexiones, son literatura.
Está bien la imagen de «modo esponja». Normalmente eso es lo que hacemos a todos los niveles. Absorbemos hasta que llega el momento en que rebosamos. Saludos cordiales.
Gracias por el cumplido. Sin ánimo de cuestionar tu opinión, mis expectativas en este aspecto son más elevadas, aunque, de momento, superadas por mis limitaciones. Creo que es más difícil encontrar a un buen profesor que aprender. Buenas noches.
Puntual y no, por la sencillez con que presentas estos aspectos de la creación narrativa, menos sesuda tu reflexión sobre todo lo que implica parir un relato decente.
Este texto, por sí mismo, ya es estético en su forma.
Excelente, excelente y brillante. Lectura harto recomendable.
Abrazobeso enorme, harto cariñoso y siempre fraternal, magister.
PD. Por cierto, ya estoy poniéndome al corriente con «Inicición al mito», Lo estoy disfrutando y qué mejor ejemplo de lo que has comentado en esta publicación.
Los partos literarios no son fáciles. Y a menudo los embarazos son largos y complicados. Escribir no es una tarea sencilla, salvo para quien haya recibido ese don. No es mi caso.
Como en comentarios anteriores me reafirmo en el hecho de que un aliento (para mí que soy platónico, divino) tiene que insuflar vida a esas listas de palabras que de otra manera sólo serían eso: largas y con frecuencia fastidiosas retahílas.
Como siempre, por tu parte, tan benévolo y generoso. Un fraternal abrazo.
Excelentes consejos, pasos que hay que seguir, los he vivido. Gracias.
Abrazos de luz
Gracias a ti por tu comentario y por corroborar con tu propia experiencia estas observaciones que son fruto de la mía. Saludos cordiales.