“Y aquí entramos en la segunda parte de este tema. Querer que la sociedad se transforme no es un delito. Los ajustes son necesarios y las actualizaciones se imponen.
“Estos términos discretos poco tienen que ver con los maximalismos de un revolucionario, que es alguien dotado de un ego monstruoso con delirios en consonancia, e incapaz de mejorar personalmente, ya sea porque ese asunto se la refanfinfla, ya sea porque ese cambio supera sus fuerzas. Y como ese revolucionario está provisto también de una desmesurada energía que le es necesario quemar, las consecuencias incendiarias las pagamos todos. Que arda Troya, pues sólo sobre sus cenizas se puede elevar la nueva ciudad.
“Para mudar individual o socialmente hace falta un sueño. El revolucionario tiene el suyo, tú el tuyo y yo el mío. Incluso más de uno. Todos soñamos, todos tenemos una idea de cómo deberían ser las cosas, de en qué consiste la felicidad o el bienestar, o de cuál es la mejor manera de divertirse.
“No es preciso señalar que esta es una cuestión personal con la que no deberíamos chinchar a los demás, a los que, llegado el caso, acabaremos obligando a vestirse, comer y comportarse de acuerdo con mis normas. Y si no les gustan, tanto peor para ellos, pues mi sueño es superior.
“No vayas a pensar que hablo solamente desde un punto de vista social. Lo que digo es aplicable perfectamente a nivel casero. Antes hablaba de choque de intereses. También hay choques de sueños que son igual de frecuentes y desastrosos.
“La psique humana genera sueños. La sangre corre por las venas. En el estómago se procesan los alimentos. Los huesos sostienen el cuerpo y los músculos posibilitan el movimiento. Esa es nuestra naturaleza.
“Así que lo malo no es tener sueños sino querer imponérselos a los demás. O sea, querer acicalarlos a tu manera para que luzcan bonitos según tu propio concepto de la elegancia.
“Los sueños ajenos no se acatan ni se desarrollan a no ser que coincidan con los nuestros, lo cual, por supuesto, ocurre. A nivel comunitario esa convergencia constituye una gran fuerza. A nivel doméstico facilita la convivencia.
“Es una gran desgracia que a uno le adjudiquen un puesto en el sueño de otro, donde siempre será un vasallo al servicio de un señor feudal. Donde sufrirá la humillación de ver excluido el suyo en la medida en que no se ajusta al impuesto.
“Reducido al papel de peón, jugará una partida de ajedrez alienante, realizará acciones decididas por otro, dejará de ser una persona, se cosificará.
“Esta es una de las causas, tal vez la principal, de las rebeliones. Si tu sueño y el mío son similares, miel sobre hojuelas. Si difieren, respetémonos. Siempre habrá espacios comunes donde podamos encontrarnos.
“Y así enlazamos con el principio de este diálogo, que no anacoluto, en el que se proponía la ecuanimidad como modo de vida”.
“Sospecho” concluye Emma “que en esos choques de sueños de los que has hablado, al igual que en los de intereses, la cuestión que subyace es la del poder” “Eso pienso yo también. Esa bestia negra no duerme y sus adoradores están siempre dispuestos a rendirle honores”.
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Ser como Emma tampoco está mal como sueño, la revolución de la dialéctica, ya que no la dialéctica de la revolución. Gracias Antonio, un saludo.
Emma llega a la conclusión de que el trasfondo de los choques, sean del tipo que sean: sociales, domésticos…, o la cuestión que se está dirimiendo entre bambalinas o abiertamente, es el poder. No es una visión tranquilizadora, pero sí realista.
Por supuesto, mejor lo primero que lo segundo. Saludos cordiales.
El poder entendido en su sentido nefasto: el ejercicio de la fuerza física, mental o psicológica, sobre otros, para imponerse.
Cuando el poder real es la maravillosa potencialidad de lograr algo y que ese algo, claro está, lleve a la consecución del bien y, por ende, a la fellicidad.
Siempre disfrutables diálogos de Antonio.
Enorme, cariñoso, cálido y fraterno abrazobeso, amigo tan querido.
¿Existen poderes inocuos? ¿No todo el poder y sus manifestaciones son negros? ¿Hay un poder blanco que no dañe a los demás de una u otra forma?
Planteas otra cosa. Hablas de potencialidad, es decir, de capacidad.
Un abrazo, cher collègue.
Más bien pensaría que ese poder al que haces referencia y del que desprendes estas interrogantes es una tergiversación que se ha hecho de lo que en realidad es el poder. Al igual que e ha hecho con el concepto de ambición, y tantos otros. Como a fin de cuentas estamos tratando de conceptos intangibles, pienso que son susceptibles de aplicarse en su esencia real o malversando ésta con fines mezquinos.
No olvidar que el ser humano crea conceptos abstractos y al mismo tiempo es capaz de contaminarlos o de enaltecerlos con su aplicación, con su conducta.
La potencialidad sería el concepto, el poder sería la acción, desde mi visión.
Te mando enorme y cariñosísimo abrazobeso, magister carus.