XXIII
Es como estar cruzando
constantemente un río,
sintiendo en la garganta un apretado nudo.
Y los ojos nublados y acelerado el pulso.
Sin retorno posible,
sólo queda avanzar
y al menos la otra orilla
intentar alcanzar.
Sintiendo la emoción
como un ave enjaulada
que locamente ansía
su libertad perdida.
Sintiendo los latidos,
el río embarrancado,
las aguas espumeantes,
el cielo encapotado.
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No lo pudiste poetizar mejor, querido bardo. Eso es lo que invade y sobrecoge. Una intensa lírica para resaltar la angustiosa incertidumbre.
Abrazobeso muy cariñoso y fraternal, querido Antonio. Mucha luz para este día.
El poema se presenta como un trasunto de la vida, como su metáfora. Ese río no es el de Jorge Manrique sino el que aparece en el I Ching. Son las grandes aguas que hay que cruzar, el gran obstáculo que hay que salvar para llegar al otro lado.
El poema podría, pues, empezar así: «Vivir es estar cruzando…»
Te deseo confianza y coraje en esa travesía. Un abrazo.
Igual deseo en tu cruce, carissimus frater.
Una emoción al límite, o más allá del límite. Un buen poema, Antonio. Un saludo.
Gracias, Eladio. En el poema, desde luego, la vida es presentada como la emoción de la lucha contra la furia de corriente y contra los elementos amenazadores. Un abrazo.
Las aguas espumeantes y el cielo encapotado… Una imagen en la que se entreve el espacio por el cual transitar… Muy chulo Antonio.
Es una situación de peligro. Las aguas corren furiosas y el cielo amenaza tormenta. Hay que ser valiente para seguir atravesando el río.
Que tengas un feliz jueves.
Utilizas unas imágenes muy inspiradoras, «el río», «la otra orilla», «el ave enjaulada»… hacen que la imaginación del lector se dispare.
Felicidades, un saludo!!
Eso está bien. El lector es la parte complementaria del escritor. Son partes intercambiables. Uno puede convertirse en otro. Si falta uno, el fenómeno de la creación y de la recreación está incompleto. Un círculo sin cerrar. Un acto fallido.
Saludos cordiales.