La agitación de los progres sería divertida si su colaboración no los convirtiera en una eficaz quinta columna. Si a este hecho sumamos la conjunción letal que supone la corrección política por un lado y la zafiedad nacionalista por otro, el resultado es que la parra está a punto de hundirse.
Los maximalismos son fanáticos e insaciables por naturaleza. Con ellos no valen las concesiones ni los gestos conciliadores. De nada ha valido que nos hayan puesto a todos a hablar castellano para no herir sensibilidades inexistentes. Enfermos de odio, el deseo de humillar prevalece sobre cualquier otra consideración.
Piqué lo ha dicho en una entrevista radiofónica. Esa conducta tiene un nombre y es totalitarismo. O están lloriqueando o arreando con la maza. Y ahora hay quien tiene la desfachatez de hablar de convivencia, la misma que se aplican a dinamitar desde hace tiempo esos matasietes cuya valentía acaba en los Pirineos.
Al final ni honra ni barcos. Mi abuela lo expresaba gráficamente: “Cuanto más se agacha una, más se le ve el culo”. Era una mujer con experiencia que para mí sigue siendo un faro. Ante hechos como los que se viven en España decía con una nota senequista en la voz: “Así se escribe la historia”. Era sin duda una politóloga “avant la lettre” que se rifarían los periódicos si todavía respirase.
Este culebrón seguirá ramificándose como una enredadora loca. El hombre de la paz estuvo en Barcelona para tomar nota del proceso y seguir su guerra que no sobrepasará la frontera hispano-francesa, más allá de la cual impera la cobardía.
Volviendo a Borges tras esta larga digresión que se ha colado lindamente en el artículo, hay que señalar que la política no le interesaba gran cosa, conceptuándola como una desgracia. No participó directamente en nada. Se mantuvo al margen, como más tarde haría Michel Tournier que ni siquiera se mezcló en el mediático Mayo del 68, aun estando allí en ese momento.
Pero el escritor francés (“Noblesse oblige”), en su última entrevista, se declara más bien de izquierda. En sus palabras no se detecta convicción sino concesión. De hecho, uno de sus amigos lo contradice y señala lo palmario, que Tournier no era ni de derecha ni de izquierda, que era alguien independiente. Sus días y sus fuerzas, al igual que Borges, los consagró a los libros. Un veinte sobre veinte se da Tournier en este ítem (el oficio) del marcador diseñado para calificar la propia existencia. Los otros cinco son el físico, la época, la familia, los amores y los recuerdos, en los que se puntúa menos generosamente, incluso poniéndose un cero en los dos últimos.
La literatura es absorbente. Borges y Tournier son dos buenos ejemplos de esta entrega que deja poco tiempo para otras actividades. Ninguno de los dos tuvo vida privada, aunque Borges se casara dos veces. La primera, cuando tenía sesenta y ocho años, con Elsa Astete Millán, y la segunda, por poderes, a los ochenta y seis, con María Kodama, en 1986, el mismo año de su defunción.
La fama se ha cebado en el argentino. Los críticos y los estudiosos hurgan en su intimidad donde cada vez hay menos espacios oscuros. Nada queda sin esculcar.
La inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera.
De esta maldición, afortunadamente, nos vamos a librar la mayoría de los que pululamos por WordPress.
El escéptico Borges, como no podía ser menos en un hombre tan leído, que tenía la certeza del carácter ilusorio de Dios, según le declaró a un periodista peruano, tuvo un último gesto difícil de interpretar. Tal vez fue la irreverencia con que se despidió de este mundo o tal vez fue la sincera plegaria que salió de sus labios en su lecho de muerte. No parece que ni ese momento ni ese lugar se presten a las “boutades”, aunque seguramente habrá más de un caso que ilustre esa macabra actitud burlona.
Sea como fuere, resulta paradójico que expirara rezando el Padrenuestro. Oración, eso sí, que pronunció en cinco lenguas: anglosajón, inglés antiguo, inglés, francés y español.
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Dicho de la forma más fina y gráfica que se me ocurre: he disfrutado como una enana con tu explicación de Borges, Antonio. Y si me lo permites, me apropio de la frase de tu abuela que me parece un compendio de sabiduría. Por otra parte, que alguien, en el momento decisivo de la muerte, sea capaz de rezar el Padrenuestro en cinco idiomas dice mucho de la madera de la que está hecho…Un abrazo.
Admiraba y quería mucho a mi abuela materna. A la paterna no la conocí pero, por lo que me han contado, era también una gran mujer.
Que rezara Borges el Padrenuestro en su lecho de muerte es y no es raro, dicho sea en honor de ese gran cultivador de la paradoja que él fue. No lo es porque su hogar era católico y su madre una cumplidora de sus deberes religiosos. Lo es porque él declaró públicamente su ateísmo.
El hecho de que rezara esa oración en cinco idiomas, según el testimonio de Jean Pierre Bernès, su traductor en francés, puede ser interpretado como su última chulería.
Me hace feliz saber que has apreciado mi modesto perfil de Borges, ese gran escritor que, como mi abuela, es otro faro. Un abrazo.
El final de Borges fue una enorme y gran carcajada al mundo que dejaba tras de sí.
Excelente artículo, en todas y cada una de sus secciones. Calas profundo en una realidad que no ha dejado de ser como es desde hace más de cincuenta años.
Los sueños que la literatura futurista señalaba de un nuevo milenio en hermandad y sin distinciones quedaron en eso.
Abrazobeso cariñoso, fraterno y reflexivo, magister meus et carus.
El final del autor de «El libro de arena» puede interpretarse, en efecto, como una gran carcajada, como su última irreverencia. Interpretación que está en la línea argumentativa de este artículo.
Se han apuntado otras maneras de ver ese gesto. El corazón humano es insondable. A cuento viene una cita de Dostoievski extraída de «Los hermanos Karamazov»: «El corazón humano es vasto, excesivamente vasto quizá. Lo preferiría más angosto».
Supongo que en el segundo párrafo te refieres a la realidad española. Si es así, son muchos más de cincuenta años. De eso ya habló Borges y dijo cosas que siguen teniendo vigencia. Y Ortega y Gasset y hasta Cervantes. Un abrazo, cher collègue.
En efecto, querido Antonio, de la realidad española que apuntas en este posteo lo extrapolé a la situación de todo el mundo. En efecto, en España es algo que vienen arrastrando desde la ignominiosa dictadura franquista, como aquí en México, desde los gobiernos priístas establecidos hacia fines de la década de los 1930.
El mundo es mundo porque lo habitamos humanos, que tal parece no podemos dejar de ser animales de costumbre, costumbre que no pocas veces es nociva.
Abrazobeso grande, cariñoso y fraterno, cher Antoine.
El cáncer catalán es anterior a Franco. Pero esta penosa enfermedad se ha agudizado últimamente. En el post apunto la solución de la segregación o, para seguir con la metáfora médica, de la extirpación. Ojalá se pudiera decir: adiós, muy buenas. Cataluña no ha sido nunca una nación independiente sino una región levantisca. La solución propuesta (segregación-extirpación) no sería el final sino el principio de más problemas. Lo anterior lo digo con todo mi respeto y apoyo a los catalanes que son y se sienten españoles, y que han salido a la calle para manifestarlo.
El esperpento patrio dio incluso durante la I República para que Cartagena se declarara cantón independiente.
Es factible, supongo, extrapolar este guirigay a otros lugares del mundo. En todas partes cuecen habas. No es un consuelo saber que Caín anda suelto por la tierra. Un abrazo y buen fin de semana.
Y el meollo de todo esto escapa a lo local (Cataluña y España). Es tratar de determinar, en realidad, a quién/es les interesa y les conviene etsa «balcanización» que se está donde en muchas partes del mundo.
No olvidar el antiguo adagio: «Divide y vencerás.»
Cuáles son los verdaderos interesas que están puestos metiendo la cola como el diablo para dividir y vencer.
Tristes tiempos en verdad.
Abrazobeso con cariño, querido hermano.
Buena cuestión planteas y utilizas la palabra adecuada: balcanización. Ya sabemos lo que ocurrió allí. Esa locura fratricida se dibuja en el horizonte. ¿Cómo hablar de convivencia, de humanitarismo y de otras gaitas filantrópicas si no nos entendemos, mejor dicho, si no queremos entendernos entre nosotros mismos? Tristes tiempos.
Pienso que en el lecho de muerte hasta los ateos rezan. Por si acaso.
Como Borges era muy culto lo hizo en muchos idiomas.
Tu explicación es harto verosímil. Ese dato de que Borges rezó el Padrenuestro a la hora de morir no figura en la biografía que he manejado («Borges: esplendor y derrota» de María Esther Vázquez), sino en Wikipedia. En la biografía, por cierto, que es de placentera lectura, la autora no desaprovecha una ocasión de ajustarle las cuentas a María Kodama, a la que presenta como una mujer calculadora y mezquina. Ahí hay otro buen artículo.
Reblogueó esto en Ramrock's Blog.
Gracias por rebloguear. Saludos cordiales.