¿A cuántos no habrá seducido este antropólogo que hacía literatura? Sus tres primeros libros (“Las enseñanzas de Don Juan”, “Una realidad aparte” y “Viaje a Ixtlán”) fueron un éxito. Muchos fuimos los que los leímos con avidez, hechizados por lo que allí se contaba, y unos pocos incluso dieron el siguiente paso y se marcharon a México en busca de un brujo yaqui que los iniciara en los misterios toltecas.
La realidad no suele coincidir con nuestros fantaseos. Uno de esos aventureros volvió escaldado de su incursión en el desierto de Sonora. El brujo que encontró no lo trató bien, y la comida nacional, demasiado picante para su paladar, no fue de su agrado. Resumiendo, de ese curso en técnicas chamánicas volvió defraudado y con la salud resentida.
Pero lo que no decepciona son los libros de Castaneda. Los tres primeros se gozan como apasionantes novelas. El que presentamos es más sesudo. Los diálogos de don Juan y Carlos versan sobre multitud de temas, que van desde la teoría de la libertad total (el guerrero impecable) al “intento” que es “una fuerza inconmensurable e indescriptible”.
Don Juan Matus es un nagual que tiene respuesta para todo sin caer en la pedantería. Por esa razón resultan tan atractivos sus discursos. Uno se siente tentado, como ese conocido que se fue a México, a asumirlos, a sumergirse en esa otra realidad más fascinante en la que la simple palabra “ver” significa una cosa muy distinta a la acostumbrada.
“Es posible lograr que el punto de encaje se desplace de su posición habitual en la superficie de la bola luminosa, ya sea hacia su interior o hacia otra posición en su superficie o hacia fuera de ella. Dado que la brillantez del punto de encaje es suficiente, en sí misma, para iluminar cualquier campo de energía con el cual entra en contacto, el punto, al moverse hacia una nueva posición, de inmediato hace resplandecer diferentes campos de energía, haciéndolos de este modo perceptibles. Al acto de percibir de esa manera se le llama ver”.
Tampoco el “acecho” es lo que parece aunque se pueda establecer una relación con la definición que de dicho vocablo da el diccionario. El “acecho” es un arte que el nagual explica de esta manera:
“El principio primerísimo del acecho es que un guerrero se acecha a sí mismo –dijo mirándome a la cara-. Se acecha a sí mismo sin tener compasión, con astucia, paciencia y simpáticamente.
Se me hizo chistoso y quise reír, pero no me dio tiempo. En pocas palabras definió el acecho como el arte de usar la conducta de un modo original, con propósitos específicos. Dijo que la conducta normal, en el mundo cotidiano, es rutinaria. Cualquier conducta que rompe con la rutina causa un efecto desacostumbrado en nuestro ser total. Ese efecto desacostumbrado es el que buscan los brujos, porque es acumulativo. Y su acumulación es lo que hace de un brujo un acechador”.
Esta exposición posee un indudable encanto. Es una invitación a convertirse en un acechador y darle una patada a nuestra predecible vida.
Y ese es el tono que utiliza don Juan para abordar lo humano y lo divino. El libro es un compendio de ítems donde no sólo se redefinen las palabras (ver, acecho, punto de encaje, ensueño), sino donde se teoriza (los centros abstractos, el conocimiento silencioso) y se habla del pasado, la muerte, la angustia, la otredad, los ritos, el mal, la imagen que uno tiene de sí mismo…Y las reflexiones son siempre interesantes.
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Un libro que estuvo muy de moda en mi juventud pero que nunca llegué a leer. Puede que me anime a hacerlo después de tu reseña. Lo del acecho me ha parecido de lo más interesante, deberíamos acecharnos más.
Toda la producción de Castaneda no la he leído, pero sí bastantes libros suyos. Los tres primeros me encantaron, los últimos son repetitivos. Se ve que había encontrado un filón y lo seguía explotando.
También lo que dice don Juan Matus sobre la poesía es muy interesante, de eso hablaré en la continuación de este post.
Ah, qué bien. Me interesa de forma especial.
El segundo anillo de poder es otro libro interesante de Castaneda. Has leído el de su discípula Taisha Abelar? Me gusta el Nagual, sus enseñanzas son profundas.
Un cariño para ti desde Argentina,
«El segundo anillo de poder» lo he leído también. Hubo una época en que fui un seguidor de Castaneda. Después he leído cosas bastante críticas sobre él. De Taisha Abelar no he leído nada. Gracias por comentar. Un abrazo.
Coincido contigo, si lo que se dice acerca de que el contenido de sus libros son mera invención, me parece doblemente admirable por esa capacidad de descripción que, por lo menos en mi caso, me hacía sentir y ver lo que él estaba viendo y experimentando con su chamán Don Juan. En otras palabras, tanto como creación literaria, o como relación de sus vivencias, sus obras me encantan.
De Castaneda se ha dicho que era un novelista metido a antropólogo y un antropólogo metido a novelista. Supongo que era las dos cosas. En cualquier caso sus libros se leen con gusto. Uno queda atrapado en el mundo de los naguales, sea este inventado, real o un híbrido.
Castaneda está rodeado de tanto misterio que es difícil deslindar la literatura de la antropología. Un misterio fomentado por él mismo. Ni siquiera se está seguro de su nacionalidad. Pero todo esto no quita, sino que más bien contribuye al placer que experimenta quien lee sus obras, particularmente las primeras.
Gracias por comentar. Saludos cordiales.
Ni idea de este escritor, he sacado ya cierta información de el , me da mucho interes..voy a leerlo.. Gracias Antonio.
En cierto sector fue un escritor popular que sobrepasó el ámbito antropológico y literario, convirtiéndose en un referente cultural. Te recomiendo sus tres primeros libros.
Me intrigó el escritor totalmente, hoy voy a leer algo , luego buscaré sus libros en biblioteca…no disfruto leendo en el formato digital.
Ya me contarás qué te ha parecido. Yo prefiero también los libros en papel. Buenas noches.
Algunos de mis amigos lo leyeron como una especie de libro de autoayuda «subrayando muchas páginas🎶🎶» del tipo:»contempla cada camino de cerca, entonces hazte esta pregunta crucial¿me lleva el corazón por esta ruta?, si lo hace, entonces el camino es bueno. Si no es así es inútil»
(también queríamos esas experiencias)
¡Buena reseña!
Los libros de Castaneda fueron, y tal vez lo siguen siendo, una especie de Biblia. Estamos tan necesitados de guías y Castaneda ofrecía una alternativa tan seductora. Confieso que he subrayado también sus libros.
Deberíamos hacerle más caso a Buda que dijo: «Sed vuestra propia luz». Pero algunos iluminamos poco.
Gracias. Que paséis un agradable domingo, Pablo y tú.
Con las obras de Castaneda que —coincido con evavill— estuvieron muy de moda en mis tiempos universitarios, me ocurre como con los de Cortazar o Ciorán: creo que, de alguna forma, han tenido mucho que ver en la gestación de la persona que hoy soy. Como siempre, es un placer leer tus reseñas, siempre tan documentadas y personales. Un abrazo, Antonio, y ¡buen fin de semana!
Un antropólogo, un narrador y un pensador que conforman un trío de ases. Tres buenos referentes. A Cioran lo he leído poco. Lo importante, creo, es encontrar su propia voz, como los tres citados hicieron. Un abrazo dominical.
Antonio, qué sabes de Castaneda, o de las obras que mencionas, circuló hace mucho tiempo un rumor que no sé definir porque tampoco me interesé demasiado en él. No sé si se refería a una falta de autenticidad de las experiencias que narra. Subrrayo ese no sé. Ahora que lo traes a colación quizás tú sepas algo, en una dirección o en otra. Un saludo.
Bueno, Antonio, en parte ya tengo algunas respuestas, no había leído los comentarios antes de introducir el mío. Un abrazo.
Sobre Castaneda (a lo mejor Castañeda, pero los teclados anglosajones no tienen ñ) han circulado muchos rumores, algunos interesados, quiero decir promovidos por él mismo o su entorno. En cualquier caso, este peruano o brasileño que escribía en inglés, ni los refutaba ni los desmentía.
Lo que escribe, sea auténtico desde el punto de vista antropológico o no (el mundo de los brujos, las experiencias con peyote y don Juan Matus), es interesante. Y el libro que comento tiene reflexiones dignas de ser tenidas en cuenta, como las concernientes a la poesía que publicaré el próximo miércoles. Un abrazo.
Gracias, Antonio. Estaré al tanto de tu publicación.
He leído la novela aunque soy reticente cuando se tratan temas de esoterismo, hechicería, ocultismo; porque los resultados de estas prácticas y los fenómenos cognoscitivos que se les atribuyen, los asocio más a la facultad que tienen todos los espíritus rebeldes que fueron expulsados de los cielos para interferir en nuestra conciencia.
Veo que aunque cambia de nombre a esos fenómenos paranormales, la tendencia final es dejar expuesto el campo de acción (la mente humana) a tales influencias a que hago referencia. De hecho en una parte creí entender que el personaje de Juan, cuando muere ha descendido un espíritu sobre él, y en adelante, una vez que le llamaré (permitirle entrada), éste, define el curso de todos los campos mentales: el punto de encaje que antes necesitaba el impulso externo del nagual para moverse, ahora lo puede hacer libremente hasta alcanzar un punto inconcebible, y también facilita el acceso a los centros abstractos del conocimiento silencioso. Lo mismo pasa con la posesión del intento, es decir, la capacidad de ejercer ciertos poderes, la cual se manifestará a través de un brillo en los ojos.
Eso fue algo de lo que he podido extraer de las enseñanzas del nagual. En el futuro es posible que me anime a leer otro de sus libros.
Saludos cordiales.
En principio no se trata de esoterismo ni ocultismo (yo soy también reticente a esos temas) sino de antropología. Castaneda explora y expone el mundo de los brujos yaquis.
En España sus libros tuvieron un gran éxito y su autor tuvo, y tiene, bastantes seguidores.
Tu crítica me parece muy pertinente y atinada. El hombre está falto de algo y Castaneda le ofrece un contenido que llene esa vacío. Se ve que conoces este tema. Buen fin de semana.