Cuando aluden a su ilegitimidad, Fidel ríe también. Eso es algo caduco y sobrepasado. Sus primeros años en su pueblo natal están olvidados. Incluso tiene que hacer un esfuerzo memorístico para acordarse del nombre. Lleva tantos años en la capital, comiendo en sus restaurantes, paseando por sus calles, residiendo en el mismo ático que, a todos los efectos, él es un urbanita. Ni quiere ni conoce otra cosa.
Y sin embargo, en la ciudad, durante mucho tiempo, no le fue bien. Cuando acabó sus estudios universitarios, no tuvo problemas para encontrar trabajo como profesor. No es exactamente que los departamentos de su facultad se lo rifaran, como pregonan sus fans, pero es cierto que pudo escoger entre dos o tres puestos, siendo evidente que no hizo la mejor elección. Era demasiado joven y no estaba preparado para enfrentarse a clases numerosas de alumnos que tenían su misma edad o que eran mayores que él. El resultado fue que cogió su primera depresión oficial. Anteriormente ya había pasado por otros periodos de decaimiento.
Tuvo que malvivir haciendo traducciones y tesis para otros. No quería volver a la enseñanza, pero la necesidad lo obligó a pisar las aulas de nuevo. Siempre se mantuvo como profesor interino. Su situación económica, salvo en los últimos años, tras convertirse en gurú de élites que no paran de promocionarlo, nunca fue buena.
Ahora, aunque no vive en el mismo ático, o más bien en el mismo zaquizamí caluroso en verano y frío en invierno, quizá por la querencia contraída o por gusto, se ha comprado una buhardilla grande y mejor acondicionada. Sigue instalado en las alturas pero con las comodidades que ofrece el mundo moderno.
Allí van a escucharlo con la boca abierta sus adeptos. No son amigos porque Fidel no los tiene ni discípulos porque él no es un maestro. Son híbridos raros de una fidelidad inquebrantable. En sus reuniones ni beben ni comen. Ni un simple café con pastas. Ni el dueño saca nada ni los visitantes traen nada tampoco. Allí se va a celebrar las ocurrencias del gran manitú y a exponerse, si alguien abre el pico, a que le deconstruya en un periquete el razonamiento, la idea o el chiste.
A pesar de su aspecto de santo varón, Fidel es implacable. Con su voz que a veces se quiebra, lo que le da un simpático toque de abuelo, interviene suavecito y pone las cosas en su sitio, o más bien las tira al cubo de la basura. No perdona una.
No ha vuelto ni un día ni una hora a su lugar de origen. Nunca se ha interesado por sus parientes. Puede que ese trato sea el que se merecen, pero incluso a sus incondicionales les choca ese comportamiento. Entre ellos, en confianza, lo hablan, pero ese desapego acaba convirtiéndose en una decisión heroica. En una prueba de su valía. No de su superioridad que es una palabra desterrada de su vocabulario. Ni de sus principios, de los que carece, y si uno asoma la cabeza por alguna parte le da un pistoletazo.
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Un personaje interesante. Me gusta este relato. Y he aprendido una palabra nueva: zaquizamí.
Me alegro de que te guste este retrato de un intelectual resabiado y resabido, y de que hayas aprendido una nueva y sonora palabra.
Something different to know👍👍
Thank you for your visit and for your kind comment. Have a nice day.
Have a nice day to you too👍👍
Seguro que tiene alguna debilidad, un talón de Aquiles . Apuesto por una mujer que le quebrará todos sus princípios, los que no tiene ( ¡sí que los tiene! Ese tipo de personas normalmente tienen los principios muy fuertes)Seguimos. Un beso.
Seguro. Todos tenemos alguna debilidad, todos cojeamos del pie izquierdo o del derecho. Esto es lo que nos hace humanos. Y, en definitiva, Fidel lo es también.
Este tipo de hombres, me temo, es inasequible incluso a las mujeres. Es refractario a cualquier influencia.
Me ha gustado tu perspicaz retruécano (las personas sin principios son las que los tienen más fuertes). Un abrazo.
Ohhhh…no existen los hombres capaces de enfrentar a una mujer. ( si ella quiere de verdad conseguir algo) » El hombre propone y la mujer dispone» La sabiduría popular siempre lleva razón. Mil besos.
Pensaba que el refrán decía «El hombre propone y Dios dispone». Desde luego la versión que has escogido tiene más sentido. Que tengas un buen día.
…retruécano..una palabra más en mi vocabulario y y tan exquisita me pareció…
Espero una continuación con mucho interés. Saludos, Antonio.
La semana que viene publico la segunda parte de este relato. Gracias por tu interés, Eladio. Un abrazo.
Reblogueó esto en Alessandria today.
Gracias por rebloguear. Saludos cordiales.