285.- Leyendo “En busca del tiempo perdido”, cuando me enteré de que Albertine había muerto al caer de un caballo, pensé sinceramente que se trataba de un cuento chino puesto en circulación por la chica para librarse del Narrador. Ese percance novelesco no podía ser otra cosa que una estratagema. Mi teoría era que Albertine estaba hasta el moño de su amante y, aprovechando un viaje de este, se dijo: “Para que me deje tranquila cuando vuelva, muero en un accidente ficticio y asunto arreglado”.
Me costó trabajo asumir que estaba equivocado, que lo que yo tenía por una patraña era la pura verdad. Era más creíble la historia de una argucia femenina para hacer mutis que ese batacazo equino que acabó inopinadamente con su vida.
286.-Dice Emma: “¿Sabes cuál es el medio para volver loco a cualquiera, que puede ser aplicado a todos los niveles con éxito garantizado?” “Mejor es que no lo conozca para evitar la tentación de llevarlo a la práctica” “Tú no harías tal cosa” “Supongo que eso es un cumplido. Habla” “Si te mueves te doy una bofetada. Y si te estás quieto te doy otra” “Bonitas cosas me enseñas”.
287.-En un bar: “La cerveza es mi pastor. Nada de Fanta”.
288.-En una pared: “Un día más es un día menos”.
289.-Ascetismo y hedonismo es otra de las dicotomías sobre las que se asienta la vida. Son dos respuestas básicas del ser humano. Vivimos la vida orientados hacia uno o hacia otro. En ambas actitudes se plantea la cuestión de la entrega que en el hedonismo es a uno mismo, y en el ascetismo implica una apertura, pudiéndose llegar a la propia negación. El hedonismo se centra en el yo y el ascetismo, en mayor o menor grado, en los demás. Sin el segundo difícilmente sobreviviría la sociedad.
Por otro lado hay que subrayar que el hedonismo no está asociado a la alegría sino al placer. Ni el ascetismo a la tristeza sino a la austeridad.
El segundo se distancia y se da. El primero vive inmerso en la mundanidad para recoger el fruto de sus desvelos. Las consecuciones y los canjes son el terreno en que se mueve.
290.- La felicidad es un fantasma que en lugar de dar miedo atrae, pero como fantasma que es la corporeidad no se cuenta entre sus atributos. Es un fantasma perseguido, lo cual constituye un contradiós. No es él quien corre tras nosotros. Ocurre justo lo contrario. Pero ese acoso no acaba nunca en apresamiento porque, como es etéreo, siempre se escapa. Ese chasco incesante no nos desanima y seguimos tratando de alcanzarlo.
Esa pretensión, a veces desenfrenada, de ser el protagonista de una obra de teatro con final apoteósico, cristaliza a los sumo en un sainete.
De momento ninguna constitución garantiza la felicidad de los ciudadanos, aunque es previsible que un listo, reivindicándola como derecho inalienable, acabe haciendo el agosto. Ahí hay un filón. Tiempo al tiempo.
El caso es que la felicidad no se deja atrapar. Se esfuma con pasmosa facilidad. No obstante, el hecho de que su posesión sea problemática, por no decir ilusoria, no quita que sea la quimera con el mayor número de adeptos.
La felicidad no debería ser el objetivo o el sinvivir de los seres humanos, al menos de los que se declaran racionales.
Pero no nos engañemos. Recorreremos una y otra vez las habitaciones de nuestra casa en busca de ese fantasma que atraviesa las paredes en cuanto nos ve. Lo que nos impulsa a esa caza es el deseo, que es la fuerza motriz de nuestros actos.
Y ahí está el meollo de la cuestión. En ese fuego interior radica la realidad última. Su extinción es el signo indiscutible de que estamos muertos.
Jajaja, ¿y por qué Albertina iba a querer huir de Marcel? Es cierto que era un poco intenso pero tan sensible como él, pocos.
Me ha ha encantado lo de la Fanta, qué ingenio tienen algunos.
Y en cuanto a la felicidad, más nos vale no empeñarnos mucho en lograrla. A veces nos acompañará un rato y otras se irá.
Eso fue lo que pensé cuando leí el episodio en el que el Narrador, estando en Venecia, recibe un telegrama en el que se le notifica la muerte de Albertine. La sorpresa, conforme avanzaba, de que esa era la verdad, y no una triquiñuela de la chica, es el motivo de esta anotación.
Proust escribió una obra maestra. «En busca del tiempo perdido» es literatura en estado puro. Pero qué quieres que diga. Te desborda, te satura. Hay que distanciarse de ese ciclo novelesco que tardé varios años en leer, casi tantos como su autor en escribir. Que conste que mi admiración por «le petit Marcel» es sincera.
Sí, en estos tiempos, usando una palabra que ya està muy gastada, la felicidad está sobrevalorada. Precisamente porque son tiempos también en los que el hedonismo tiene una excelente cobertura social. Estoy de acuerdo contigo, tanto antes cómo ahora es un fantasma escurridizo, pero en el pasado, hasta que la sociedad moderna no lo rescató, la felicidad como concepto no estaba en la primera línea de los anhelos o los deseos colectivos. Es la sociedad del ocio lo que permite pensar y «trabajar» en pos de ella. Un abrazo, Antonio.
En otras épocas, en efecto, la felicidad no estaba en la primera línea de los anhelos colectivos, ni tampoco de los individuales.
Pienso en la esperanza socrática, en el desapego budista, en la ataraxia de los epicúreos, estoicos y escépticos.
La felicidad es una trampa que nos tiende la sociedad del ocio, en la que caemos fácilmente. Una trampa de consecuencias catastróficas como expone Aldous Huxley en su famosa distopía, y como han demostrado los intentos de instaurar el paraíso en la tierra. Que tengas un buen día.
» Somos seres con la capacidad de desear pero siempre incompletos, de ahí surge nuestro caminar » Lacan
Pues , ser feliz es un deseo que queremos completar por ello caminamos…¿no?
Me has contagiado con Jacques Lacan..jajajaj…Él puede explicar todo, pero no todo se entiende y es lo que nos hace caminar. Un abrazo para los dos.
Abrazos
Lo que nos hace caminar, lo que nos pone en marcha es el deseo. El deseo de ser feliz, de saber, de poder, de batir un récord olímpico…El carburante humano es el deseo. A esa conclusión llego en la anotación 290.
Precisamente Cernuda tituló su único libro poético, donde integró toda su producción, «La realidad y el deseo», que para él tenía una connotación marcadamente, por no decir exclusivamente, sensual.
Como el perspicaz Oscar Wilde dijo, y pienso que lleva razón, que hay dos clases de desgracias, una no conseguir lo que quieres y otra conseguir lo que quieres, os deseo, a Eladio y a ti, que no caigáis ni dejéis de caer en las garras de vuestras apetencias. Un abrazo.
Bien…y yo siempre me pierdo entre dos postulatos filosóficos : 1. El hombre, el mismo es creador de su destino ( es decir …. a por los deseos , metas y objetivos)
2. Tranquilo…todo lo que tiene que llegar, llegará (¿ parece un poco a conformismo? ¿ o a sabiduría?)
Pues, así ando perdida..jajajaja. Antonio eres un gran provocador . Un beso de admiración.
Los dos postulados son ciertos. Somos dueños de nuestro destino y nuestro destino es dueño de nosotros. También yo ando perdido. Pero lo importante es que andamos todavía. Lo de provocador me hace una gran ilusión. Gracias y un abrazo.
jajajajaj…lo importante es que andamos todavía…un beso.
El hombre se ve tentado por sus dos amos: el placer y el dolor. Creo que lograr ser ponderado, conduce hacia un equilibrio entre las sensaciones corporales de felicidad y de sufrimiento. Hace unos dos mil trescientos años, Epicuro advirtió a sus discípulos que era probable que la búsqueda desmesurada de placer los hiciera más desgraciados que felicres.
Las palabras de Pablo en Gálatas 6:7 son infalibles: «Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará» .
Clara y perspicaz asertividad nos dejan siempre tus anotaciones. Un abrazo.
El dolor va de la mano del placer y viceversa. Platón, en el Fedón, si no recuerdo mal, dice también algo pertinente al respecto. En nuestra época, de marcado perfil estúpido, se aspira al placer puro. Sólo lo bueno. Y en este mundo de los contrarios eso es, como mínimo, una imposibilidad lógica. Sabias palabras las de Pablo. Buen fin de semana.