Como no tenía con quien sincerarse, Edu guardó para sí su consternación.
Los Maestros le parecían inaccesibles. Por nada del mundo se habría dirigido a ellos para contarles la extraña historia de esas intromisiones nocturnas.
Las relaciones con sus compañeros eran, a lo sumo, corteses. Entre los estudiantes imperaba un clima de rivalidad que no facilitaba la creación de lazos cordiales.
En Haitink nadie confesaba que se hallaba perdido o desbordado. Nadie revelaba que echaba de menos su isla, su aldea, su familia. Eso habría sido interpretado como una incapacidad. En ese caso procedía hablar con el Tutor para que iniciase los trámites de la partida.
Si alguien quería irse, sólo tenía que comunicarlo. No hacía falta siquiera que adujese razones.
Un día, en el patio del castillo, un muchacho bajito, con un punto de altivez que no le granjeaba la simpatía de los demás, se acercó a Edu y se presentó: “Me llamo Hemón ¿y tú?”
A ambos les gustaba andar. En una de sus caminatas llegaron a la linde del bosque de Tuum, más o menos en el centro de la Isla.
A la vista de esos árboles imponentes cuyas copas formaban un impenetrable dosel que impedía el paso de los rayos solares, Edu hizo una alusión a la servidumbre humana.
Hemón era intuitivo y comprendió que algo preocupaba a su amigo. Edu, que contemplaba el oscuro bosque en el que estaba prohibido adentrarse, no añadió nada más.
Hemón refirió que los habitantes de un pueblecito de su isla se alimentaban de pescado crudo. Habían intentado enseñarles a cocinarlo, ya fuera asándolo o cociéndolo, pero los lugareños se aferraban a sus costumbres gastronómicas.
“¿Tú has comido pescado crudo?” Edu, esbozando un gesto de repugnancia, negó con la cabeza.
“Yo sí. ¿Qué querías decirme?”
Edu se limitó a declarar que él no tenía alma de lacayo. Hemón replicó prontamente que él tampoco.
Jo Antonio. Qué buena idea grabarlo… Por un lado podemos escuchar tu voz y cómo vives el relato. Y por otra que las personas invidentes puedan disfrutar de tus relatos. Me encanta.
A mi hijo mayor mi voz le parece la de un cura dando la homilía. Ese comentario no me ha desanimado y seguiré añadiendo el audio a los textos, para que los invidentes y los que prefieren la magia oral de la narración no se pierdan las Peripecias de Edu. Muchas gracias, Manuel. Un abrazo.
Soy de la misma opinión. La próxima me voy directo al audio. Saludos!
No es una iniciativa original. Hay gente que prefiere escuchar a leer. Así se tiene también la ocasión de conocer la voz del autor. Estaré pendiente de tu trabajo oral que revalorizará tu trabajo escrito. Saludos cordiales.
Intentaré hacerlo. Un saludo
Edu ya tiene un amigo, eso está bien porque me parece que le esperan unas cuántas aventuras y mejor pasarlas en compañía.
Si hay entendimiento y afinidad, mejor acompañado que solo. Edu ya tiene un amigo, Hemón. Soy consciente de que esta situación recuerda, entre otras, a la de Bilbo y Frodo, de El Señor de los Anillos. En lugar de un humano podía haber sido un perro. De hecho aparecerán animales colaboradores.
Me ha encantado escucharte, se aprecia muy bien la historia al ser contada.
Enhorabuena!!
Las historias orales, que es como se han contado durante siglos, empezando por la Ilíada y la Odisea, tienen un sabor diferente a las escritas. Gracias, Yvonne. Que pases un buen día.
Igualmente Antonio!
Bueno, pues ya te estoy leyendo desde el principio otra vez, como te dije que haría. ¿Sabes que resaltaría de este fragmento en concreto? El hecho de que podían abandonar el lugar voluntariamente, y, sin embargo, lo que los retiene es el «ego» extraño; ese de no dejar mostrar las debilidades cuando todos parecen sentirlas.
Gracias, Olga, por esta relectura. Creo que todos tendemos a ocultar o a camuflar nuestras debilidades. Digamos que todos queremos estar a la altura, que nadie quiere exponerse a ser manipulado, cosa que puede ocurrir si revelamos nuestros «secretos». A menudo esa desconfianza está justificada.
Sí, pero la cuestión es que has centrado un tema importante en esa escena y es en el principio de la narración y eso está bien. Es ya sentar las bases de su lectura.
El tema de fondo, que maltrae a Edu, es el de la servidumbre y la libertad. El Encapuchado amenaza con dominar al muchacho. Este, que es reservado, se rebela, pero no sabe qué hacer.