Feeds:
Entradas
Comentarios

Posts Tagged ‘Jorge’

In illo tempore (XVI)


No tenía nada que decir. Nada me atraía hasta el punto de hacer que cambiara de actitud. Asi que callaba y no me oponía a las ocurrencias de unos y otros.
Era más fácil asentir (bastaba un simple movimiento de cabeza) que tratar de convencer a mi padre, a Jorge o al amigo de turno que hubiesen sobornado para que hablase conmigo, de que al mayor servicio que podían prestarme era no inmiscuirse en mi vida.
Aunque no lo sospechasen, yo era consciente del peligro que corría. Un peligro en cuyo menosprecio encontraba una forma espuria de placer.
No había en mí ningún sentimiento de orgullo o soberbia. Ningún destello luciferino. Ello hubiese implicado un espíritu de lucha del que carecía.
Iba quemando mis naves una a una. Mejor dicho, miraba cómo ardían sin mover un solo dedo.
O tal vez iba soltando las amarras que me unían a un puerto resguardado de los huracanes y las tempestades.
Si persistía, el barco sería pronto un punto en la raya del horizonte. Un juguete de las corrientes marinas que lo arrojarían desarbolado en cualquier playa sin nombre.
El peligro a que me enfrentaba era de signo distinto al que ellos imaginaban.
Para poner en pie este embrollo necesitaba tiempo.
Así que haría lo que me mandasen con tal de que me dejasen tranquilo.

Read Full Post »

In illo tempore (XIII)

No me comportaba como los demás. He aquí la prueba palmaria de que algo no andaba bien.
Algunos hechos corroboraban este juicio. El primero de ellos, mi negativa a seguir estudiando. Con el agravante de que era un alumno aplicado. No había nada que justificase mi abandono de los libros. Mi determinación era incomprensible.
Si hubiese presentado una alternativa, aun refunfuñando, se habrían dado por satisfechos. Se habrían podido decir a sí mismos y habrían podido decir a los demás: “Se niega a seguir estudiando, fijaos qué pena. Quiere hacer tal cosa o tal otra”.
Pero yo no me había tomado siquiera la molestia de buscar un subterfugio. No me había servido de ningún argumento para legitimar mi decisión. Me sustraía de entrada a cualquier escaramuza dialéctica.
Mi actitud corría el riesgo de ser entendida como una vulgar provocación.
La intervención de Jorge fue capital. Más tarde supe que logró convencer a mis padres de que se trataba de una “crisis propia de la edad”.
No creo que mi madre se tragase ese cuento. Pero eso era mejor que nada.
Reconozco que, gracias a esa “crisis de personalidad”, conseguí lo que más anhelaba en esos momentos: una tregua.

Read Full Post »


Tenía la impresión de haber abandonado toda actividad, excepto las clases de solfeo, desde hacía mucho tiempo.
Jorge había dicho: “No es conveniente que permanezca cruzado de brazos”. Por eso iba a las clases, pero sin entusiasmo.
Me gustaba andar. Al anochecer, cogía el método y me dirigía a casa del profesor.
Salía media hora antes y daba un rodeo por el Paseo de las Acacias. Fue un invierno frío y lluvioso. A las ocho no había nadie en las calles.
Por el camino me demoraba mirando los árboles. Si disponía de suficiente tiempo, me paraba y observaba cómo las gotas de agua caían de las hojas. Cómo resbalaban y se precipitaban al vacío.
Las gotas de agua en las hojas de los rosales. Las gotas de agua internándose en los setos de tuya que rodean los bancos de la plaza Francisca. Las gotas de agua deslizándose por el granito pulido de la fuente.
Y así hasta que comprobaba que sólo faltaban cinco minutos. O hasta que un viandante me miraba extrañado. Trataba entonces de disimular y cruzaba la plaza, enfilando una callejuela que hacía aún más amplio mi rodeo.

Read Full Post »

« Newer Posts