XXII
Me encanta la rutina,
un día igual a otro,
igual o parecido, con pocas variaciones.
Levantarme, saber
qué me está reservado.
Contratiempos, placeres, cada cosa en su sitio.
Nada de sobresaltos
que tan sólo son buenos
para alterar los nervios, la cabeza, el estómago.
Me encanta levantarme,
preparar el café,
refrescarme la cara, mirarme en el espejo,
comprobar los estragos,
sonreír, hacer burla,
volver a la cocina, mirar por la ventana
la luz del nuevo día, las nubes en el cielo.
Y podría seguir
hasta entrada la noche,
hasta esa última hora de paz y de silencio,
cuando enciendo la lámpara
y me pongo a leer
o a escuchar el murmullo del viento, de la lluvia.
Qué más puedo pedir
tras un día en que todo
ha venido rodado, sin ninguna sorpresa,
sin ninguna trifulca,
problemas los previstos.
Un día acogedor,
sosegado, trivial.
Un día que te deja
un regusto de paz.
Estos días conforman
el sustrato profundo
de mi fe y confianza
en la marcha del mundo.
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¡Buenos días!
Me alegro Que tengas días tan alegres, Antonio.
Disfruta al máximo de estos días y yo seguiré disfrutando de tus textos.
Un saludo!
Muy amable. Igual digo en lo que respecta a los tuyos (días alegres y textos que hacen disfrutar a los lectores). Saludos cordiales.
A mí también. Y cuánto se la echa de menos cuando falta.
Este poema se podría haber titulado «El discreto encanto de la rutina». Personalmente la encuentro gratificante, tranquilizadora y productiva. ¿Qué más se puede pedir?
Bonitos versos, me gusta mucho el mensaje también, aunque no lo comparto todos los días 😉
Me gustan también las sorpresas de vez en cuando (sobre todo si son positivas, claro).
Pero da mucha paz poder tener controlado y planificado lo que quieres que ocurra en el nuevo día.
La rutina, pienso, mejor dicho: estoy convencido, es necesaria para desarrollar cualquier trabajo o actividad creativa. Pero, como indicas, es juicioso salir de ella no sólo por el placer de reencontrarla, sino para no volvernos demasiado modorros.
En fin, ya veo que has comprendido y que compartes la «filosofía» expuesta en este poema.
Hermoso poema, Antonio, y aunque soy a veces culo de mal asiento, comparto ese gusto por la rutina porque es mi laboratorio, me ordena y me inspira. Alguien lo decía, no recuerdo quien, me gusta la rutina hasta que se convierte en rutina. Hay un tiempo para todo. Un abrazo.
En el texto de Tournier que publiqué el lunes, se elogiaba la itinerancia (no hay duda de que los beduinos son culo de mal asiento) y en este poema se ensalza la permanencia. Son dos modos de vida que todos combinamos, según nuestra idiosincrasia, en mayor o menor medida. Personalmente tiro más al monacato que al nomadismo. Saludo cordiales.
Y esa rutina, bien servida, es la que nos puede sostener para no perder el equilibrio con tanta itinerancia.
Versos sosegados que representan con maestría todo lo que dicen, en líneas y entre líneas.
Abrazobeso invariable en cariño fraterno, calidez y admiración, magister et frater carissimus.
La rutina es un sostén, una base sólida que nos permite hacer deporte, aprender idiomas, preparar un examen, adelgazar…y crear, al menos a mí que no soy de los que, poseído por la inspiración, se llevan una semana entera escribiendo sin parar. Soy de los que acuden a su tarea con la tenacidad de una hormiga, que es mi animal totémico.
Es saludable y necesario cortar la rutina, pero sin ella bien poco se haría salvo hablar mucho de lo que uno es capaz de hacer y de lo mucho que uno vale.
Estos versos sosegados, en efecto, me representan. Un abrazo, frater carissimus.
Reblogueó esto en Site Title.
Gracias por rebloguear. Saludos cordiales.
Thank you very much. Have great day!
Muy interesante. En la sencillez se oculta el encanto de la vida.
Cuanto más simplifiquemos, más libres y felices seremos. Gracias por tu apreciación. Saludos cordiales.