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Posts Tagged ‘problemas’

XXII
Me encanta la rutina,
un día igual a otro,
igual o parecido, con pocas variaciones.

Levantarme, saber
qué me está reservado.
Contratiempos, placeres, cada cosa en su sitio.

Nada de sobresaltos
que tan sólo son buenos
para alterar los nervios, la cabeza, el estómago.

Me encanta levantarme,
preparar el café,
refrescarme la cara, mirarme en el espejo,

comprobar los estragos,
sonreír, hacer burla,
volver a la cocina, mirar por la ventana

la luz del nuevo día, las nubes en el cielo.
Y podría seguir
hasta entrada la noche,

hasta esa última hora de paz y de silencio,
cuando enciendo la lámpara
y me pongo a leer

o a escuchar el murmullo del viento, de la lluvia.
Qué más puedo pedir
tras un día en que todo

ha venido rodado, sin ninguna sorpresa,
sin ninguna trifulca,
problemas los previstos.

Un día acogedor,
sosegado, trivial.
Un día que te deja
un regusto de paz.

Estos días conforman
el sustrato profundo
de mi fe y confianza
en la marcha del mundo.

 

 

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40.-Los malos humores, las caras largas, las respuestas airadas, los gestos desdeñosos, los dardos verbales, las reacciones irracionales son las gotas o los chorros de ácido que corroen la convivencia hasta dejarla reducida a una patética carcasa.
A los graves problemas, a las grandes canalladas se les hace frente de otra manera. Asumiéndolos, reaccionando en el acto ante ellas. La posibilidad de que todo salte por los aires no se puede descartar en ninguno caso.
Pero las fijaciones, los desplantes, los desencuentros, las proyecciones, las falsas expectativas segregan un vitriolo que va destruyendo los tejidos paulatina e insidiosamente. Llegado un momento, puede ocurrir que uno no sepa si pertenece al reino de los vivos o al de los muertos.

41.-A los malos humores hay que oponer el sentido del humor, que es el remedio más eficaz para neutralizarlos. Para diluir ese ácido letal. Para facilitar los intercambios humanos.
Tomárselo todo en serio es condenarse a caminar por un desfiladero, es empobrecer la propia vida con una lectura en la que no cabe ninguna interpretación salvo la estrictamente literal. Y por supuesto, de semejante actitud, la convivencia se resiente en serio.
Tomárselo todo a risa es una estupidez. Y tomárselo todo a pecho un disparate. Entre medias anda el sentido del humor, cierta frívola impostación de los acontecimientos que no cuestiona su importancia ni todavía menos los relativiza, sólo los ilumina con otra luz más amable.

 

 

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25.- Dice Emma a su amiga Lupe: “Primera premisa del silogismo: Todas tenemos que lidiar un toro. Segunda premisa: En la vida se paga un precio por todo. Conclusión: Hay que bandearse lo mejor que se pueda y se sepa.
“Todas las reses no son iguales de bravas. Ya me entiendes: hay problemas grandes, problemas medianos, problemas pequeños y pamplinas.
“Yo no soy relativista. No pienso que todo vale, que todo está permitido, que la vida es demasiado corta para privarse de nada. El famoso “a vivir que son dos días”.
“Soy incapaz de liarme la manta a la cabeza y decir a todo que sí, que es como se afianzan las imágenes dabuten.
“La segunda premisa también se podría enunciar así: Por todo se paga un peaje en la vida.
“Tras la fachada, que es lo que a ti te sirve de argumento para negarle a esa persona el derecho a quejarse, y si se atreve a ello, a criticarla acerbamente, tras la fachada, digo, están las habitaciones de la casa que no conoces.
“A pesar de no ser taurina, la metáfora del toreo me gusta porque es gráfica y eficaz. Así pues, voy a seguir con ella.
“El arte del toreo nos concierne a todas. Por supuesto, los toros no son iguales, pero incluso el más manso nos puede coger y darnos un revolcón. E incluso empitonarnos.
“A fulana, según me cuentas, todo le ha venido rodado. No pongo en duda que ha tenido muchas facilidades y comodidades. No pongas en duda tú tampoco que estará lidiando los toros que han salido del chiquero expresamente para ella.

 

 

 

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23.- “¡Qué aburrida me tienes con ese estribillo!” dice Emma a su amiga Lupe. “No, todo no da igual. Mi situación económica y social es mejor que la tuya. Objetivamente lo es y se puede demostrar sin dificultad. Incluso has dicho en más de una ocasión que estarías dispuesta a cambiar tu situación por la mía.
“Lo mismo ocurre en otras parcelas de la vida. ¿Por qué no habría de dar igual en cuestiones de dinero y de prestigio, y sí en otras? ¿Tal vez por el simple hecho de que tú a las primeras les concedes importancia y a las segundas no?
“Es mentira que todo da igual. El factor económico es relevante. La tierra es la que nos sostiene. Pero sobre la tierra está el cielo. Conviene no olvidar ese detalle”.

24.- Cansada del radicalismo lacrimógeno de Lupe, Emma le replica: “Me miras y sientes un ramalazo de envidia, de sana envidia, dices, aunque eso sea una contradicción en los términos, un ridículo oxímoron.
“Pero tú lo aceptas todo. Todo lo ves bien. En tu ancha manga cabe cualquier disparate. Todo lo ves bien. Todo lo aceptas. Salvo que mi situación económica y social sea mejor que la tuya. Ante eso te rebelas, sientes una sana envidia. Todo no está bien. Ni para mí ni para ti.
“No quieras engañarte. Tú no eres tonta. Está también la cuestión de que no todo lo que reluce es oro. Cada una sabe dónde le aprieta el zapato. Incluso las antirrelativistas de buena posición tenemos problemas.
“Ocurre, desde luego, que sólo vemos lo que queremos ver, la parte buena, la que suscita envidia. La parte mala no nos interesa. Si nos llegan noticias de ella, nos apresuramos a aguarlas, a rebajar el tono, a menospreciarlas.
“Todas tenemos problemas aunque todos los problemas no sean iguales. Los hay de verdad y de mentira. Grandes, medianos y pequeños. Ocurre como con las enfermedades. Todas tenemos achaques, pero no vamos a comparar un cáncer con una torcedura de tobillo, por muy dolorosa que sea.
“No dudes de que a cada una le ha tocado su ración de sufrimiento. Y es injusto infravalorarla o desdeñarla porque la nuestra es mayor y nos ciega”.

 

 

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21.-Me dice Emma: “Hay cosas que la gente no comprende o no quiere comprender” “¿Como qué?” “Por ejemplo, que por todo se paga en esta vida. El quid de la cuestión radica en saber si estás dispuesto a pagar el precio o si vas a pasar todo el tiempo negociando, que es la cursilada que se ha puesto de moda”.
Y prosigue: “Cuando tienes un problema serio o tienes que hacer frente a una situación difícil, normalmente no cuentas con nadie. Y aunque tengas esa suerte, tu mejor aliado sigue siendo tú mismo.
“La dimensión real de esas situaciones o problemas sobrevenidos se nos escapa, a no ser que nos afecten directamente.
“Hablo de algo que has encontrado en tu camino sin buscarlo. De algo, como solía decir mi abuela, que estaba para ti.
“Puedes intentar retroceder, dar un rodeo, dejar ese camino y tomar otro menos ingrato. O puedes decidir que ése es el tuyo, lo cual, según mi modesto saber y entender, es un signo de madurez”.
“Ya” replico, “pero algunos peajes son abusivos. No hay bolsillo que los resista”. “Claro. Siempre puedes, de una u otra forma, aparcar el problema o desguazarlo. Pero vendrán otros, no lo dudes. Se producirán otros conflictos o se reproducirán los mismos. La historia interminable es ésta y no la que contaba Michael Ende en su libro.
“Pero puede ocurrir también que tú, libre y voluntariamente, no quieras deshacerte de tu problema sino asumirlo. No quieras emprender nuevos caminos acogiéndote a cualquier coartada al uso, sino aceptar que esa adversidad es parte constitutiva de tu vida, incluyendo los efectos colaterales que eso conlleve”.
“Ésa es una actitud maximalista” objeto, “una actitud con escasa o nula popularidad en los tiempos actuales. En nuestra sociedad se tiende a escurrir el bulto y a acogerse al hedonismo. A anteponer una multitud de razones personales”.
“Sí” admite Emma, “pero la sociedad está compuesta de individuos que, si se paran y reflexionan, por poco honestos que sean, tienen que reconocer la banalidad de ese planteamiento”.

 

 

 

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