Desde la cocina viene el ruido del molinillo triturando los granos de café. Dirijo los prismáticos a ese lugar y veo a tu madre apostada tras la ventana dándole vueltas a la manivela. Sostiene el molinillo en su regazo, como si fuese un rorro. Os mira a tu hermana y a ti. Yo la miro a ella. Su rostro no trasluce ninguna emoción. Sobre la hornilla borbotea un cazo con agua.
Tu hermana, tan activa y emprendedora, se levanta y se pone a arrancar las hojas mustias. Va de aquí para allá, reubicando las macetas. Dice: “Hace falta estiércol para los arriates. A ver cuándo tengo tiempo de ir a buscarlo”.
Nada replicas, pero dejas de perforar el lienzo con la aguja y te quedas pensativa.
Tu madre saca el cajoncito con el café molido y lo vierte en el cazo tras retirarlo del fuego, luego espera a que se asiente.
Casi la mitad del patio está en sombra a causa de la pared medianera con la casa de mi tía abuela.
En esto la puerta de la calle se abre con estrépito. Volvéis la cabeza a la vez. No hay duda: es tu tío. El hermano de tu madre. El paterfamilias. El portador de las habichuelas. El de voz tonante. El que habla ex cátedra. Tu tito. ¿Qué digo tito? El padre que nunca conociste.
El susodicho irrumpe como un toro bravo, fondillos caídos, cachetes colorados, achispado que viene por haber estado copeando desde que llegó de Sevilla a las tres y media, sonriente y contento.
“A la paz de Dios” “¿Ya has estado bebiendo otra vez?” le reprocha tu madre con dulzura, “el médico dijo que no te conviene” “Me encontré con el alcalde y otros amigos. Yo no quería, te lo aseguro. Pero lo que tú sabes que pasa, que te enredan. Ellos siguen todavía. Yo les he buscado las vueltas y me he ido”.
“Ahora no querrás comer” “Huele a café. No, no voy a comer, pero si queda café, tomaré un poco” “Claro que queda”.
Tu tío está de buenas. Se frota las manos con frenesí mientras se dirige a la silla baja, se acomoda y te observa. Te espeta: “¿Qué haces?” “Un juego de cama” “¿Vas a casarte pronto?”.
A celebrar su ocurrencia tocan. Reís como está mandado aunque a ti esas bromas te desagradan.
“No es para mí, es para mi hermana” Tu tío pone cara de asombro. Tu hermana te sigue la corriente: “Sí, es para mí. ¿Pasa algo?”.
Levantando las manos como si fuera a disparar con una escopeta, contesta: “Me parece de perlas. Eso es lo que tenéis que hacer las dos” “Va en serio” recalcas. “En serio hablo yo”.
Tu madre, que aparece en ese momento con cuatro vasos humeantes y un azucarero en una bandeja, dice: “No les hagas caso. No se trata de eso” “¿De qué entonces?”.
Tu madre reparte los vasos y permanece de pie al lado de su hermano. Bebéis a pequeños sorbos. Tu hermana se acerca y pone cara de circunstancias.
“De mi nuevo trabajo. Ya te he contado algo”. La pícara ha preparado el terreno. “¡Ah, tu trabajo! Vas a dejar el que tienes y te vas a colocar en una tienda de yo no sé qué. ¿Has dado marcha atrás?” “No, pero madre no está conforme”.
“Yo no he dicho ni que sí ni que no. Sólo quería saber lo que tu tío pensaba” “Vamos a ver” argumenta el aludido dejando el vaso en el suelo y juntando las manos como si fuera a ponerse a rezar, “me has explicado que en ese nuevo empleo ganas más y trabajas menos, ¿dónde está el problema?” “En ningún sitio” “Cámbiate, cásate, haz lo que quieras”.
La temperatura ha descendido. Casi todo el patio está en sombra. Tiritas y exclamas: “¡Qué frío!”. Nadie se mueve hasta que tu tío, haciendo un considerable esfuerzo, logra ponerse en pie, se ajusta los pantalones, tamborilea en su respetable panza y ordena: “Para adentro”.
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Hasta aquí llega el aroma del café.
¡Qué desagradable el tío!, por lo menos de momento.
El típico café de media tarde que estimulaba incluso a quien no lo bebía.
En cuanto al tío, tira a mostrenco.
Muy buena escena familiar , a mi el tio me cae bien, de momento por lo menos . Y un montón de nuevas palabras para mi. Abrazos.
El núcleo familiar, es decir, los miembros que viven en la casa, está completo. Se compone de la madre, el tío y las dos hermanas.
Me alegro de contribuir al enriquecimiento de tu vocabulario. Que tengas una buena semana.
Qué listas las chicas!
Dos chicas listas y una madre cauta. Que descanséis Pablo y tú.
Pablo ya descansa en paz, querido Antonio
Cuánto lo siento. Era un miembro querido de nuestra familia virtual. Una oración para él y un abrazo para ti.