Cuenta Kakuzo Okakura que el poeta Tao Yüan Ming, sentado frente a una empalizada de bambú, sostenía largas conversaciones con un crisantemo silvestre. ¿De qué hablaban? Del fuego que nos consume, y de la espada que quiebra la esclavitud del deseo. Jamás discutían. Si había desacuerdo, Tao Yüan Ming daba la razón al crisantemo.
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