A veces
recibo cartas
de países lejanos,
de ciudades extrañas.
Estas cartas me llegan
de infrecuentes maneras.
En verdad el cartero
nunca me las entrega.
Me las traen las nubes
que el sol poniente incendia,
o cuando cae la noche
la lechuza que vuela.
Me las traen el viento,
la lluvia, las estrellas.
Son cartas imposibles,
escritas por quién sabe,
que se acuerda de mí
de tarde en tarde.
Y veo su sonrisa
-casi puedo decir-
cuando coge la pluma
y se pone a escribir.
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Muy bonito el poema por su forma y por su contenido; un toque de atención a los mensajes no verbales que se pueden recibir de forma tan bella si estamos atentos y que, sin embargo, pasan tan desapercibidos para muchos en estos tiempos en los que se habla tanto y se observa tan poco.
Ah! Nostalgia pura.Ya casi nadie coge una pluma para escribir…
Ahora encendemos el ordenador y abrimos una página en blanco de Microsoft Word. Mucho ha cambiado este negocio de la escritura.
Antes utilizaba la pluma. Pero la verdad es que, si escribo a mano, me resulta más cómodo el lápiz. Saludos cordiales.
Es muy bonito este poema. Me está gustando mucho leer de vez en cuando algo de lo que tienes escrito, que es mucho y muy bueno.
Gracias, Paloma. La valoración que haces de mi quehacer literario es halagadora. Pero sobre todo me alegra saber que este poema te ha hablado. Y eso es, creo, porque también tú tienes a alguien que se acuerda de ti y te envía cartas de tarde en tarde.