Krazer, el Maestro Deshollinador, los llevó a la gran chimenea. Uno tras otro debían colocarse debajo de la campana y mirar hacia arriba.
El ancho tiro, en el que resonaba la más leve ráfaga de aire, era semejante a un eje que conectaba el cielo y la tierra.
Si se concentraban lo suficiente, les explicó el Maestro, se operaría un prodigio. Era importante que controlasen la respiración.
En la antigua cocina del castillo hacía frío. Era un día desapacible.
Durante unos minutos los muchachos permanecieron callados y atentos, observando las gotas de lluvia que se colaban por la boca de la chimenea, sin sombrerete, y se estrellaban contra las losas del hogar.
A una indicación del Maestro, el primer aprendiz se situó en el centro de la inmensa campana, que podía cobijar a un buen número de personas.
El ulular del viento se intensificó. Su larga mano invisible se dejaba sentir en la desangelada cocina, carente de mobiliario y adornos.
Sólo en la repisa de la chimenea, formada por una viga de roble, había tres candelabros de hierro.
Cuando le tocó a Edu, alzó la vista y descubrió, a través de ese gigantesco catalejo invertido, una torre solitaria con escasas ventanas a gran altura.
Se preguntó quién podía vivir en ese lugar. Ese baluarte le produjo desconsuelo. Por nada del mundo se convertiría en el habitante de esa arrogante construcción.
Una vez realizada la prueba, los muchachos fueron por leña y la amontonaron en el hogar. El Maestro Deshollinador encendió un fuego.
El calor entonó los cuerpos y el resplandor de las llamas iluminó los rostros.
Algunos, como Edu, habían vislumbrado la funesta torre. Otros, como Hemón, constelaciones cuyas estrellas dibujaban pavos reales, caballos alados y monstruos marinos.
Krazer tomó finalmente la palabra. Habló de los orígenes de Haitink y de los Primeros Tiempos.
Como sucede en la realidad, no todos vieron lo mismo.
Que tengas Feliz Navidad con tiempo para pasear por la Naturaleza, a ser posible.
La subjetividad interfiere siempre, máxime si se trata de una proyección. Pero fundamentalmente hubo dos visiones: la torre y las constelaciones.
Feliz Navidad, Paloma. Que tengas tú también tiempo para disfrutar de los tuyos y de la naturaleza.
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Gracias por rebloguear. Saludos cordiales.
De nada un placer..Salusos