El Roble dijo a los muchachos que podían hacerle una pregunta. Él no era tan viejo ni tan sabio como el Tejo de Dewe, pero a lo largo de su dilatada vida había aprendido un par de cosas.
Edu vio la oportunidad de desentrañar el misterio de la criatura achaparrada, del que no había hablado a nadie, al menos abiertamente. Tal vez el Roble podría ayudarlo. Eso significaba que tendría que exponer su secreto. Esa perspectiva le desagradaba. Se le representaba que era como pregonar una debilidad, como mostrar una falta vergonzosa. Pero recordó que la ocasión la pintan calva.
Contó que un encapuchado lo abordaba en mitad de la noche o en lugares solitarios. A veces se despertaba y lo encontraba al pie de la cama. No sabía quién era, aunque sí qué quería. Nunca le había visto la cara por más que lo había intentado.
Las hojas del Roble retemblaron como si el árbol hubiese resoplado, como si hubiese soltado el aire retenido durante un tiempo.
Del grueso tronco surgió una voz ronca que declaró: “Tú eres ese desconocido”.
Edu no daba crédito a sus oídos. Eso era un disparate. Ese engendro con caperuza era alguien ajeno a él, alguien con quien había hablado y luchado, alguien que le exigía sumisión absoluta.
Las ramas del árbol se agitaron. De su ancha copa surgieron murmullos y cuchicheos.
Aunque no se le pasó por la cabeza la idea de que el Roble estuviese bromeando, Edu se resistía a aceptar esa revelación.
“¿Qué he de hacer?” balbució el muchacho. “Darle nombre. Ya le has dado uno. Lo has llamado encapuchado. Pero ese parece haberle gustado. Tienes que descubrir el verdadero. Las sombras guardan siempre un as en la manga. Son enemigas difíciles de derrotar. Se escurren como las anguilas y son astutas como las zorras. Tienes que seguir un itinerario de nombres y de historias.
“Si permanecen anónimas, se afianzan. Llámalas y sus embozos irán cayendo uno tras otro”. Luego el Roble se puso a cavilar en voz alta o eso creyeron los dos amigos, a quienes las digresiones del árbol se les antojaron extravagantes y repetitivas.
Se hizo el silencio. Fue Hemón quien lo rompió. “Yo no he hecho la pregunta que me corresponde”. “Cierto” confirmó el Roble con un apacible movimiento de su follaje, “¿qué quieres saber?”.
“Hemos vislumbrado una cosa de aliento gélido que rebullía. Pensaba que en el bosque de Tuum no había animales» «No los hay» «¿Moran en él otros seres?» «Sí, seres que emergieron del abismo al mismo tiempo que la Isla».
He cogido tu relato a mitad de proceso, y me gustaría hacer el recorrido correcto, desde el principio. Así que voy a tirar del hilo hasta llegar y poco a poco. No sé si meto la pata al mencionar el género fantástico literario, pero la verdad es que estoy regresando a él (desde la adolescencia) e introduciéndome en lo nuevo y tengo interés en seguir tu narración. Perdona si no consideras que sea de género fantástico, Antonio. Bueno iré a los inicios. Abrazo.
Sin duda se trata de un relato del género fantástico, en el que, por ejemplo, hay árboles que hablan y calderos que salen corriendo. Este género se adecua mejor que el realista a la exposición de ciertas experiencias. Lo que importa siempre es el logro del objetivo.
Esta novela empecé a publicarla el 30 de septiembre de 2019. Hasta ahora, como ves, se contabiliza un total de dieciocho entradas, que fueran redactadas, como las que quedan por sacar a la luz, pensando en su aparición en el blog (por eso giran en torno a las quinientas palabras: mejor cortas que largas para no desanimar al lector).
Gracias por tu interés que es un acicate para el autor. Un abrazo.
Estoy de acuerdo contigo en cuanto a tratar algunas narraciones dentro de un género para extrapolar las historias. Ayuda mucho para desarrollar sin cortapisas del tipo si sería posible o no. En cuanto a la longitud, se agradece muchísimo. Para el que las escribe, las historias, cree que se van a perder en el limbo si no lo publica de corrido, pero la verdad es que estoy comprendiendo que te sigue quien quiere seguirte. Gracias por responder a mi comentario. También anima. Iré repasando la historia desde septiembre. Un abrazo.
Empieza en septiembre, ¿verdad? Y ahí ya sí leí yo. La cuestión es que no sabía que tendría una ruta larga y lo tomaba como relatos aislados con un hilo conductor común, pero veo que no. Voy a releerlo.
La sombra de la que hablaba Jung.
Edu está haciendo un viaje interior.
El misterio del Encapuchado ha sido desvelado por el Roble. Eso no significa que Edu haya derrotado a la sombra (de hecho, no ha asimilado todavía esa información). Todos proyectamos una.
Por supuesto, el relato cabe interpretarlo como un viaje interior, como un descenso, pero ciertamente no quiere quedarse solamente en eso. Que tengas una buena semana.