Una joven con capacidad visionaria, otra con un marcado componente histérico, un aficionado al cante hondo y el narrador-conductor del seíta parten de madrugada hacia Aracena. Pero en el utilitario se ha colado alguien de rondón.
Esta es la crónica de un viaje jalonado de trampas y complicaciones, de ascensos y descensos. Este desplazamiento en el espacio, sin ser circular, una vez alcanzado el clímax, acabará donde empezó, tal vez para ser rehecho con la experiencia adquirida, tal vez para darle carpetazo.
Este viaje a un pueblo famoso por su feérica gruta de estalactitas y estalagmitas, de remansados lagos y salones de ensueño, razón por la que ha recibido el nombre de gruta de las Maravillas, y famoso también por su derruida fortaleza que perteneció a la orden del Temple, bajo la cual se extienden las galerías y las salas en las que el agua ha modelado sugestivamente la piedra caliza, componiendo ambos, el castillo y la caverna, un binomio emblemático, este viaje es la antítesis de una visita turística.
Dichos lugares, que no se nombran, son solamente el telón de fondo de este relato donde se ventila un drama. Más que un viaje es una inmersión que llevará al conductor del Seat 600 primero al abandono de sus compañeros, y luego a la confrontación con otros personajes, particularmente con ese desconocido quinto ocupante del coche.
El próximo miércoles publicaré la primera entrega de este periplo que saldrá a la luz cada lunes.
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