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Los viejos pergaminos
La mirada recorre
Explorando caminos
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Pequeña llama pura
Que ahuyenta las tinieblas
Y la congoja cura
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Por infames cloacas
La vida se desangra
Del infierno la entrada
Lejos no hay que buscarla
Posted in Poemas, tagged caminos, cloacas, congoja, infierno, llama, pergaminos, tibor, tinieblas, vida on enero 29, 2020| Leave a Comment »
Posted in Anotaciones, tagged “Poesía y literatura”, “urgencia expresiva, feria, hambre, infierno, la decadencia del imperio romano, los demás, Luis Cernuda, manchitas en la piel, Sartre on mayo 1, 2019| 4 Comments »
301.- Me dice Emma con desacostumbrada seriedad: “Voy a cambiar de médico” “¿Y eso?” “Esta mañana fui a ver al que tengo desde siempre, y que seguramente por esa razón me trata con demasiada confianza, para preguntarle por unas manchitas que me han salido en las pantorrillas. Al principio eran pocas y casi invisibles. Pero han ido proliferando y tomando color de forma que ya no pasan desapercibidas salvo que me ponga medias o pantalones” “Salvo que las ocultes” “Pero ahora llega el verano y se va más ligera de ropa. Le expliqué al risueño doctor que esas manchitas ni me picaban ni me dolían. Sólo me molestaba su existencia. Tal vez hablé más de lo necesario. A veces no me controlo, sobre todo cuando estoy nerviosa o cuando siento que estoy siendo evaluada críticamente. Añadí que carecía de importancia, que sería un síntoma aislado, sin consecuencias. La sonrisa de mi médico de cabecera se acentuó y yo acabé afirmando que había venido por curiosidad. Y también para saber si había algún remedio.
“Sin despegar los labios, se levantó del sillón, se acercó y me pidió que le enseñara las manchitas. Las miró un instante y regresó a su asiento. “Y bien, ¿qué es esto?” le pregunté.
“Juntando sus dedos gordezuelos por las puntas al tiempo que se recostaba en el espaldar, ¿sabes lo que me respondió el insolente?” “Ni idea” “La decadencia del imperio romano”.
302.-Emma, que ha tenido un atranque social del que no se ha repuesto todavía, murmura: “El infierno son los demás” “Supongo que eso era lo que Sartre pensaba de sí mismo en relación con sus semejantes” “¿Y para ti qué es?” “Lo concibo como una feria gigantesca de la que quiero salir a toda costa, pero, dada su inmensidad, no me es posible de forma que me voy azorando cada vez más. Casetas y casetas, infinitas hileras de farolillos, gente bailando y cantando a porfía…y planeando sobre ese panorama como un ángel exterminador la obligación de pasárselo bien”. Emma replica: “Vaya, tienes una visión sartreana de la feria”.
303.-Cuenta Luis Cernuda en “Poesía y literatura” que, cuando estaba haciendo el servicio militar, como parte de la instrucción, salía a caballo con otros reclutas por las afueras de Sevilla. Una de esas tardes ocurrió un hecho extraordinario, una epifanía, que él marca como el tercer y decisivo hito de su vocación. Aparte de la experiencia en sí, señala el poeta un rasgo que comparten todos los que sienten el deseo de objetivar su mundo interior. Cernuda habla de “urgencia expresiva”. Es decir, de la necesidad de coger una pluma, un bolígrafo o un lápiz y consignar lo que bulle en el espíritu.
Así lo refiere: “Una de aquellas tardes, sin transición previa, las cosas se me aparecieron como si las viera por primera vez, como si por primera vez entrara yo en comunicación con ellas, y esa visión inusitada, al mismo tiempo, provocaba en mí la urgencia expresiva, la urgencia de decir esa experiencia”.
304.-Hay un hambre que no se sacia con nada. Aparece en los sueños. Esa hambre puede llevarnos a ingerir grandes cantidades de comida, pero sigue intacta. Nunca llegamos a satisfacerla. Hay un hambre que es el síntoma de una carencia primordial.
Posted in El forjador de quimeras, tagged consuelo, felicidad, infierno, luz, paraíso, paz, ventanas on febrero 1, 2017| 11 Comments »
XVIII
La felicidad está
detrás de las ventanas,
entreabiertas de día,
de noche iluminadas.
Derramando su luz,
proyectando su paz,
en lugares lejanos
la felicidad está.
Lugares entrevistos
en sueños, mapas, libros
antiguos o modernos,
reales o ficticios.
La religión lo sabe
y nos habla del cielo
allá en la otra vida.
En esta está el infierno.
Pero los paraísos
resplandecientes, bellos,
son sólo una promesa,
tal vez un embeleco.
Y miro las ventanas
que esconden tanta dicha.
Si yo estuviera ahí,
me digo con envidia.
A veces me acometen
unos locos deseos
de ser feliz, de estar
en paz conmigo mismo.
Sólo tengo un consuelo
y es mirar las ventanas,
sobre todo de noche,
cuando esparcen su luz
como un bálsamo suave.
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