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Posts Tagged ‘justicia’

csc_0078-2128.-“Llega un momento en que desarrollamos mucho carácter”. Emma me corrige: “Querrás decir mucha soberbia” “Aplicamos la ley en todo su rigor a los demás, salvo a quienes nos tienen en estima o nos dispensan un trato agradable. Estos o bien están por encima de la ley o bien se benefician de un baremo especial que incluye numerosos atenuantes y eximentes.

“Pero al común de los mortales, en particular a los que tenemos ojeriza, les ajustamos las cuentas de buena gana. Sobre la cabeza de los que nos gustaría meter en vereda o tener a raya, el peso de la meticulosidad justiciera cae implacable. Y que se espabilen si no quieren morir aplastados.

“En el caso de las mujeres esta dinámica cambia como de la noche al día cuando se trata de los hijos. Ahí hemos topado con la iglesia y todas sus órdenes mendicantes, predicadoras y mercedarias desplegadas en orden de batalla. Porque los hijos son suyos y son ellas quienes disponen sin dejar que interfieran otras instancias, incluida la paterna, a la que asiste, al menos teóricamente, el mismo derecho que a la materna.

“Con los hijos las mujeres modulan su discurso, matizan con la habilidad de un teólogo, argumentan sin desmayar hasta conseguir su propósito, no porque hayan convencido sino cansado. En esta ocasión la ley es maleable, es un vehículo que avanza o retrocede según convenga.

“Para que el mundo funcione es necesario atenernos a la verdad, pero también son necesarias la flexibilidad y la buena voluntad como queda demostrado en el supuesto de los hijos. Ese miramiento, en lugar de reducirlo a un privilegio, hay que exportarlo al resto de las relaciones.

“Pero esa no es la realidad. La soberbia y los hijos pueden más. Esa escora hace que el barco navegue ladeado e incluso se vaya a pique. Y se produce siempre un fenómeno de distorsión que invalida las declaraciones, que las convierte en papel mojado.

“Con los hijos no se es tan estricto, se comprende, se transige, se dan muchas oportunidades. La puerta se mantiene abierta. Se olvida todo lo que haya que olvidar. La aplicación de la ley en todo su rigor se reserva a los otros”.

129.-Dice Emma: “Estarás de acuerdo conmigo en que amar implica respetar” “Desde luego” “Y no poner condiciones” “Claro como el agua” “Entonces mi cuñada no ama. Se prefiere a sí misma. Tampoco habla. Ordena. Ella dice que tiene espíritu organizativo porque no para de dar instrucciones. A mi hermano lo tiene frito”.

“Lo que hace” replico didáctico “es poner en práctica las consignas que recibió en su infancia”. Emma me lanza una de esas miradas ambiguas que tanto me molestan, y que suelo interpretar como un cuestionamiento de mi estado mental. “¿Las consignas recibidas de quién?” “De su padre, supongo” “O sea que en realidad mi hermano se ha casado con su suegro” “No pienses que esa conclusión es disparatada” “Todo lo contrario. Quien tiene poder, por no decir otra cosa, lo conserva hasta después de muerto” “Al menos durante dos generaciones” “Esta conversación me está deprimiendo”.

 

 

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01 de mayo de 2014 04578.-La rigidez, la inflexibilidad, la cerrazón dejan escaso margen de maniobra. La única posible, a veces, es salir dando un portazo.

79.- Todos tenemos cuelgues y fijaciones. Eso es malo. Pero todavía es peor que tratemos de imponérselos a los demás.

80.- Me pide Emma que defina al creyente. “Desde el punto de vista socrático, que comparto” respondo, “es la persona que tiene la esperanza de que hay algo después de la muerte, algo mejor para los buenos que para los malos”. “¿Y un ateo?” “El que niega esa esperanza”.

81.-Convivir con las injusticias es uno de los más duros aprendizajes. Convivir no quiere decir aceptar sino verse obligado a seguir adelante a pesar de todo. Otra asignatura que se cursa forzosamente, y que nunca se logra aprobar, es la convivencia con las actitudes irracionales. Unas y otras pueden dar al traste con los principios más asentados y las resoluciones más firmes. Unas y otras ponen a prueba los nervios. Unas y otras son los golpes que hay que encajar sin renunciar al sentido de la justicia ni despreciar la luz de la razón.

82.-Algunos piensan que nunca han llegado. Por eso no paran de andar. Piensan que lo mejor está por hacer, que la meta está más lejos, que son ellos los que tienen que seguir.

83.-Todos pagamos un precio. Es verdad que no todos los precios son de la misma cuantía. Los hay altos y bajos. Y verdad es también que algunos que pagan un precio irrisorio se quejan más que los que pagan un precio elevado.

Tarde o temprano todos comprobamos que nada es gratis. Lo único que hay que ver es si el precio que estamos pagando nos conviene. Pero que no nos quepa la menor duda de que un precio hay que pagar.

84.-Estaba vestida estrafalariamente. Cómoda, decía ella, metiendo las manos en los bolsillos de los anchos pantalones y tirando hacia fuera, adoptando así la figura de un polichinela. Sin duda este gesto le resultaba gracioso o chic, vaya usted a saber. Un muestra de su espontaneidad.

“La cosa funciona o no funciona, eso es todo” “¿Y no se puede hacer nada para que funcione?”.

Esbozando un mohín de fatalidad, respondió: “No. Te lo he explicado varias veces, pero tú no quieres entenderlo. La vida es una cuestión de funcionamiento. Eso es lo único que hay que saber y aceptar. Ahí radica toda la sabiduría. Los funcionamientos no se fuerzan. A lo más que podemos aspirar es a un buen funcionamiento” “Y nosotros lo único que debemos hacer es cogerlo por los pelos si pasa a nuestro lado” “Pues sí, se podría expresar así. No le des más vueltas. Siempre te ha gustado comerte el coco. La clave es esta: la vida, en cualquiera de sus aspectos, funciona o no funciona. No te lo repito ni una vez más”. Y dicho esto, dejándome con la palabra en la boca, se alejó con sus pantalones bombachos, su camiseta ancha de Armani y sus collares de bisutería fina.

 

 

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